lunes, 27 de febrero de 2012

Test de nivel en solitario. 25 de febrero.


Ruta en bici 1428292 - powered by Bikemap 

Lo dice la DGT todos los días, por todos los medios a su alcance: "La seguridad es lo primero". De nuevo, y ya por enésima vez en las últimas semanas, me veía abocado a hacer la salida en solitario. En primera instancia y ante esta situación ya vivida pensé en repetir el circuito "de seguridad" o a ser posible alargarlo o modificarlo de algún modo. Sin embargo me revelé ante la sensatez, ante la rutina y tomé la determinación de hacer una ruta de nivel, de pequeña montaña pero exigente. Cinco puertos de recorrido corto pero muy exigente todos ellos.

Además de la exigencia en cuanto a distancia y perfil, llevaba implícito el de rodar en solitario. Dejaba a un lado el recorrido más llano y sin riesgos con la superficie bien lisa, y pasaba a uno que en determinados puntos plantea muchos problemas de grietas en bajadas con pendientes muy pronunciadas, lo que genera un punto de ansiedad ante posibles caídas. A distancia, perfil y rodar en solitario yo uní un último elemento: rodar intenso en todo momento, subiendo, bajando o llaneando. Decidí hacer de este día un test real de "medio Soplao" a ver cómo respondían mis piernas y mi moral.

Decidido ya, y después de un desayuno a base de fruta y cereales, tomé la bicicleta a las 9h30. El día amaneció fresco, ya nada de frio, medio despejado con algunas nubes altas y otras algo mas bajas que implicaban posible chaparrón. Tomé la carretera para llegar hasta la calle Ávila en Alcalá. Allí hice mi primera parada para llamar a Gloria así que supiera que el tramo de mayor peligro por el tráfico ya estaba salvado. Aproveché para echar una foto de mi antiguo Instituto. Hay un disco de Revólver que se titula: "Que veinte años no es nada", y en eso pensé yo cuando echando cuentas me salían esos veinte años de mi fin de estudios allí. ¡Qué rápido que va el tiempo!



En ese momento de "flash back" en el que me encontraba, se puso a llover. Un goteo ligero pero de gotas gordas, que no sabía en qué podía derivar. Al final y por suerte mía, todo quedó en un inicio de chaparrón que se abortó en dos minutos. Volví a la bicicleta con la intención de abordar dos de los cinco puertos del recorrido de modo contínuo, sin bajarme de la bicicleta. Marqué un ritmo vivo mientras circulaba por la vereda del río Henares hasta llegar a la base de la primera cuesta de la subida a Los Santos. Ahí ya tocó clavar el plato mediano y comenzar la subida, a ritmo fuerte pero no desesperado, que quedaban cinco puertos por delante.

La primera subida es la de calentamiento de siempre, dura pero sabiendo que son menos de 500 metros. Arriba rápido recuperé e incrementé el ritmo en el falso llano, que tiende siempre hacia arriba. En el segundo tramo de subida, el de verdad, comencé a sudar la gota gorda, porque el ritmo marcado era exigente y porque la temperatura comenzaba a subir de forma acusada. Los guantes de invierno me empezaron a sobrar, pero como no llevaba los de entretiempo tuve que aguantar así toda la ruta. El segundo escalón se me hizo duro. Pasé a dos compis bikers que iban a lo suyo, pero subiendo ¡ojo! Aquí nadie viene de paseo. La subida a Los Santos es de 6.000 metros de longitud para salvar 271 metros de desnivel hasta los 868 metros de altura, con una pendiente media del 4.5% pero que en varios puntos supera el 20%.

Terminé la subida de tierra y enlacé el tramo de asfalto hasta hacerme con todo el puerto, y sin descanso alguno, enlacé la bajada larga y bonita que lleva hasta Anchuelo. Como ya he dicho, al ir en solitario, tomé la determinación de cuidarme mucho en las bajadas, reduciendo al máximo los errores para no irme al suelo y tener no un problema, sino un problemón. Llegado a Anchuelo enlacé sin pérdida de tiempo hacia las antenas. Parece que no se puede subir, que ese plano en diagonal que es su pendiente no es posible rodarla. Pero sí, se puede y se debe. Así, me puse a ello, plato mediano, piñón grande y a sufrir como un condenado a trabajos forzados. ¡Qué dura es esta subida! Un kilómetro ochocientos metros de exigencia máxima. La subida a las antenas de Anchuelo son 1.800 metros de longitud para salvar 130 metros de desnivel hasta los 864 metros de altura, con una pendiente media del 6.5%. Arriba me acerqué a la base de las antenas donde pude devorar la chocolatina y la mitad del bote de isotónica.






Desde aquí, y por la parte alta de la montaña, enlacé con la larga bajada que lleva a Villabilla. Bonita y divertida. Coincidí con un gran grupo de bikers que iban de ruta por la zona. Mi próximo destino estaba en Los Hueros. Así es que tomé la carretera que lleva a Alcalá hasta una rotonda donde hay un pequeño polígono industrial. Apenas 500 metros de asfalto para desviarme y tomar de nuevo la tierra. Este camino está bien tirado, con algunos sube y baja, pero que en general tiende hacia abajo en la dirección tomada. Llegado ya al pueblecito de Los Hueros, giro a la izquierda ya sobre asfalto para subir hasta las antenas.

Por sabida no es menor la dureza del puerto que me tocaba subir. Es una subida de 2,5 kilómetros, que en su segunda parte es realmente dura. Al menos es alfalto y muy poco concurrida de tráfico, por lo que puedes centrarte en la subida sin problemas. El puerto es de 2.500 metros de longitud para salvar 165 metros de desnivel hasta los 815 metros de altura, con una pendiente media del 6.6%. Tercera subida del día donde lo pasé mal. Las piernas empezaron a cargarse, femoral, cuadriceps y gemelos. Hay que decir que no tenía frescas las piernas desde un principio porque el viernes hice pierna en el gym y quedé algo resentido. En cualquier caso, el perfil del día era duro aun con piernas frescas. Coroné y sin parada inicié el tramo de bajada del otro costado de la cima, que me llevó hasta la carretera que une Villabilla con Valverde de Alcalá. Bajada loca del 10% con un asfalto ideal que yo no exprimí al máximo por precaución.

En Villalbilla hice la segunda parada. Necesitaba otra chocolatina y vacié todo el bote de isotónica. Estaba sin fuerzas, con las piernas muy castigadas y el resto del cuerpo también dolorido. Acumulaba 40 km, tres puertos y algo más de dos horas de bicicleta, y lo que me faltaba me daba un poco de temor. Me tomé 10 minutos de recuperación y volví a la carga con la intención de no parar hasta Los Santos para hacer una llamada de control.



Me puse en marcha en busca del tramo de tierra que une Villalbilla con Anchuelo haciendo calor del bueno. Notaba la camiseta térmica interior empapada y las manos dentro de los guantes de invierno estaban siempre mojadas. Inicié la subida con buen ritmo pero ya con mucho desgaste. Como conozco muy bien estos tramos medí bien los esfuerzos para coronar sin problemas. Este puertecito es de 1.100 metros de longitud para salvar 90 metros de desnivel hasta los 831 metros de altura, con una pendiente media del 8.2%. Esta vez, en vez de girar hacia la derecha en busca de las antenas de Anchuelo, decidí continuar recto por la bajada hacia los olivares. La bajada es realmente peligrosa puesto que el terreno está totalmente ondulado lo que obliga a ir muy despacio y siempre con la sensación de inestabilidad. Salvé el tramo complicado y en la parte más baja pude exprimirme un poco hasta el pueblo. Paré un minuto para reponer el bidón de agua para el resto de la ruta y continué sin descanso.

El siguiente tramo es para mí el más interesante por ser una subida larga en tres niveles. Puerto a Los Santos que es de 4.500 metros de longitud para salvar 154 metros de desnivel hasta los 884 metros de altura, con una pendiente media del 3.4%. Empezaba a estar cansado de verdad y me faltaba este puerto, quinto y último del día. Ser optimista es necesario en ciertas circunstancias, y esta es una de ellas. Saber que es duro lo que falta por hacer pero que una vez hecho el resto es un paseo. Me puse a ello, el primer escalón el más ligero lo solventé bien. El segundo ya duro se me hizo largo y pesado. Y el tercero, sabiendo que eran unos cuentos cientos de metros de subida lo hice con todo, apretando no solo con las piernas sino también con los brazos, la espalda... Logro conseguido, cinco puertos y tocaba regresar a casa.

La bajada de Los Santos estaba especialmente lisa al menos en la parte alta. Así es que me apliqué y la disfruté mucho. Luego en el tramo intermedio y bajo había ya muchas rajas en el terreno y me apliqué con los frenos para evitar sustos. Superada la bajada, me dirigí hacia el CC La Dehesa hacia el CC Cuadernillos buscando el campus de la UAH, y desde allí enlazar con el tramo asfaltado que llega hasta el colegio Santo Tomás. Desde allí por el camino "querido" volver a casa, literalmente destrozado.

El test me ha servido para valorar en su medida real lo que supone hacer un recorrido largo y con varios puertos a un nivel máximo de intensidad, sin descansar en bajadas o llanos, sino apretando en todos los terrenos, que es lo que realmente hice en esta ruta. Ha sido un medio Soplao por distancia y un cuarto de Soplao en cuanto a desnivel acumulado. En fín, un minitest para lo que hay que hacer. ¡Dios nos acoja en su seno!

Los datos generados por el pulsómetro son los siguientes:

Promedio pulsaciones: 143
Máximo pulsaciones: 174
Promedio calorías consumidas: 774
Total calorías consumidas: 3.101
Tiempo In Zone (150-182): 1h46

Datos de la ruta:

Recorrido: Meco - Alcalá - Los Santos - Anchuelo - Villalbilla - Los Hueros - Villalbilla - Anchuelo - Los Santos - Alcalá - Meco.
Distancia: 72,68 km.
Tiempo efectivo: 3h32'
Tiempo total: 09:30 - 13:30
Promedio: 20,56 km/hora.
Desnivel: 920 metros.
Terreno: pista-asfalto (80-20) %.

domingo, 19 de febrero de 2012

Crónica del 19 de febrero.


Ruta en bici 1406987 - powered by Bikemap 

Domingo, 8h20 de la mañana. Mi móvil conecta el despertador con el cañero "Till The World Ends" de Britney Spears ("Till The World Ends" en YouTube) y mi cerebro comienza a activarse. Es la mañana del domingo, lo que supone que es el momento de disfrutar de unas horas de bicicleta, naturaleza y amigos. Hilando, hilando, y por asociación de ideas, de Britney salto al potente "Thunderstruck" de AC/DC ("Thunderstruck" en YouTube). Todo tiene una explicación, y esta relación se resume en el Soplao. Los 5 minutos previos a la salida de todas las competiciones que se hacen en ese día se inician con este temazo que sirve de excitante para todos los que están a punto de reventarse las piernas. Estoy motivado, ¿no os parece?

Como voy con tiempo, decido pulsar el botón de "Avísame en un ratito..." y es en ese intervalo cuando recibo la llamada de Yoni. Los planes, organizados ayer noche eran de subir hasta Santorcaz para llegar a Pezuela de las Torres, pueblecito que nunca ha tenido la honra de recibirnos, pero la llamada de mi compañero de jornada me daba mala espina. No se encontraba bien de la garganta y prefería no exponerse a desfallecer en el camino, o lo que es peor, empeorar. De modo que me veía otra vez solo ante un día de bici y obligado a abortar la excursión a Pezuela.

Como el tiempo ya no es una restricción en mi modelo mutiecuacional de salida, decido retrasar algo la hora de partida. Después de un frugal desayuno de leche y cereales, me voy vistiendo cual torero (un día lo cuento, que tiene su miga). Decido hacer el recorrido de hace 15 días, uno que denomino "de seguridad", sin grandes peligros, pero en esta ocasión pienso en hacerlo en sentido inverso al que siempre hago.

A las 10h30 inicio mi recorrido, me dirijo hacia Valdeavero por el camino de tierra. Siento que hoy las piernas no me responden como hace 15 días, cuando me sentía un auténtico Induráin, pero tampoco iba del todo mal según me indicaban las medias del velocímetro y los tiempos que iba marcando. Por fin un fin de semana con sol y algo de calor, que ha hecho que por primera vez desde hace muchas semanas prescinda del cubrecalzado de neopreno que aisla el pie aunque estemos a -10º. Comencé sin buenas sensaciones, como contrariado por hacer un recorrido que no estaba pensado. ¡Cosas de la mente! Sin embargo, a medida que entraba en calor, sudaba y notaba los músculos ejercitándose en todo su recorrido, las sensaciones irían cambiando de registro.

Al final del tramo de tierra y sin llegar a bajar hasta Valdeavero, tomando la carretera a derechas, me dirigí hacia Villanueva de la Torre. Este tramo de asfalto de unos 5-6 km, llanos pero tirando ligeramente hacia abajo en la dirección tomada, me permitió llegar a colocar todo el desarrollo y alcanzar velocidades bastante sostenidas de 40 km/h. Una delicia de carretera que es muy poco transitada por vehículos a motor. Atravieso Villanueva y en el Centro Comercial giro a derechas para, después de recorrer toda la urbanización por un costado, alcanzo un tramo de tierra que me llevará ligeramente descendiendo de nuevo hasta Meco. Este tramo, algo cortado de forma longitudinal, no presenta dificultades y en pocos minutos ya estoy en el pueblo, justo en la carretera que une el pueblo con Azuqueca de Henares.

Aquí hago mi primera parada, 45 minutos y 19 km de recorrido. Devoro la chocolatina y bebo bien de la isotónica. Haber desayunado tan ligero me ha supuesto ir algo corto de "gasolina", así es que la parada me vino fenomenal para afrontar el resto de la jornada.




Cruzo la vía asfaltada y me incorporo a los 30 metros al camino de tierra que lleva a Azuqueca. Es un tramo que está fenomenal, a excepción del puente que sobrevuela la R2 donde hay acumulación de piedras grandes que entorpece bastante la marcha. Tanto en los tramos de tierra anteriores como en éste, me encuentro con bastante gente en bici, corriendo o sacando al perro a pasear. Llega el buen tiempo y se nota que la gente está deseando disfrutar del sol. ¡Somos latinos, no lo olvidemos!

Ya en Azuqueca toco de nuevo el asfalto, que a través de sus avenidas cruzo y me sitúo en la vía que la une con Alovera. El viento lo noto de cara pero no fuerte en exceso. No ayuda pero tampoco me molesta demasiado, la verdad. Llegado ya a Alovera, tomo la carretera CM-105 que me llevará hasta Quer. Picando en subida, aunque manteniendo en todo momento el plato grande, consigo llegar hasta el pueblo. Esta subida que siempre la he bajado, ha sido interesante ya que es más un repecho algo largo más que un puertecito. Lo que sí es cierto es que hasta llegar a conectar con la N-320 unos kilómetros más adelante, todo pica hacia arriba lo que hace que las piernas no descansen demasiado.

Llegado a la conexión con la N-320 enlazo en dirección Torrejón del Rey, con una subida corta pero durita. Es ahí donde veo que me precede otro compi biker a unos 300 metros. Y como motivación, siempre es bueno plantearse dar caza al que tienes delante. Subo el repecho duro y me doy cuenta que el "amigo" tiene unas buenas piernas rodadoras, que no va de paseo precisamente. En el descenso incluso me toma más ventaja y yo me aplico con todo el desarrollo que tengo a mano, colocándome a más de 45 km/h. Sé que va a ser complicado pero hay que creer en las posibilidades de cada uno. Así, en el siguiente repecho, algo más largo sé que tengo que dar todo lo que tenga para conseguir darle alcance, manteniendo todo el desarrollo que mis piernas me permitan. Con mucho sufrimiento y llevando mi corazón hasta los 171 pmm, llego a contactar con su rueda trasera unos 100 metros antes de hacer cumbre. Elegantemente saludo al pasar junto al amigo biker y me doy cuenta que debe estar cercano a los 50. ¡Bien por él, porque menudas piernas! Arriba, meto todo el desarrollo y me pongo en modo "rodador" para hacer hueco, pero no... no fue posible. Se me pegó como una lapa a mi rueda y se benefició del aire que yo le iba quitando. Ya en Torrejón del Rey nos separamos cada uno hacia su destino.




Después de este tramo "de persecución" me dirijo hacia Valdeavero donde hago mi segunda parada. Esta vez prescindo de la chocolatina y me bebo casi todo el bidón de isotónica que me queda. En esas estaba cuando veo que en la subida que me va a tocar hacer, un puertecito de menos de 2 km, hay 5 bikers ascendiendo, y al inicio de la subida otros tres comienzan. Pasan junto a mí, me miran y saludan. Buenas bicis pienso... ¿tendrán buenas piernas? Pues nada, a averiguarlo. Termino con lo mío, me monto y comienzo al pedaleo. A los cinco de arriba ya ni les veo, han debido de terminar el puertecito, pero a los otros tres los tengo a unos 500 metros. Voy a ritmo medio alto y con eso me da de sobra para llegar a su altura y dejarlos atrás. La verdad es que ellos van de cháchara y nunca sabré si sus piernas están a la altura de esas bicis.Arriba de la ascensión enlazo con el tramo de tierra que me llevará hasta Meco, todo en descenso, una delicia.

Lo curioso del día es que llegué a casa con ganas de hacer 30 km más, muy fresco con mucha energía. Energía que no tenía al principio, que me costaba ir a buen ritmo. Espero que la próxima semana sea posible salir en grupo y hacer la salida abortada hoy, con subidas intensas por Los Santos y Anchuelo.

Datos de la ruta:

Recorrido: Meco - Valdeavero - Villanueva - Meco - Azuqueca - Alovera - Quer - Valdeavero - Meco.
Distancia: 53,14 km.
Tiempo efectivo: 2h09'
Tiempo total: 10:30 - 12:50
Promedio: 24,62 km/hora.
Desnivel: 400 metros.
Terreno: pista-asfalto (25-75) %.

domingo, 12 de febrero de 2012

Trekking a la Peña Cebollera (Somosierra). 11 de febrero.


Ruta en bici 1413628 - powered by Wandermap 

Silencio. Paz. Tranquilidad. Soledad. Vida.

Cuando recuerdo los libros que cuentan las hazañas de los grandes aventureros que consiguieron conquistar las mas altas cumbres, los lugares más remotos, los puntos más extremos de nuestro planeta, allí donde no se entiende la vida, es cuando visualizo las palabras iniciales. El sábado, en la ascensión hasta la peña Cebollera (también conocida por Cebollera Vieja o Pico de las Tres Provincias), comprendí en parte todo el sufrimiento y el mérito que tienen todos aquellos que arriesgan sus vidas en retos de ese calado.

Quiero dejar claro que no soy tan ingenuo de pensar que nuestra "excursión" de fin de semana tenga alguna similitud con esas hazañas. Tan solo, que he probado en propias carnes una pizca de lo que ellos hacen a diario, y eso me hace valorar en su justa medida el peso de lo que hacen rutinariamente.

El proyecto de subida a la peña Cebollera estaba fijado para la pasada semana, pero el tiempo inestable con fuertes vientos del norte desaconsejaron su puesta en marcha. Este fin de semana el viento dio una tregua y nos plantamos en el puerto de Somosierra tres valientes (Eduardo [Green], Guillermo y yo mismo) y un maestro (Tirso). El maestro de ruta ya realizó esta ascensión en solitario hace algún tiempo. Él ya sabía de la dureza a la que nos llevaba.

El sábado a las 7h45 era la hora de encuentro, y como es habitual en estas circunstancias siempre falla el que más hizo por quedar pronto. Sí, fui yo el que llegó tarde, en torno a las 8h10. Todos estaban esperando con paciencia pero con ganas ya de atacar la jornada. En un momento me compuse y ya todos listos para comenzar iniciamos la marcha. Los partes meteorológicos adelantaban para el sábado en la sierra madrileña temperaturas gélidas en torno a los -10º. Cuando me bajé del coche marcaba exactamente -7.5º, el viento en el puerto estaba bastante calmado y los cielos absolutamente despejados.





La nieve no nos abandonó en todo el recorrido. Desde sus inicios junto a la gasolinera del puerto de Somosierra, las botas se hundían con facilidad. De nuevo Green con su GPS nos ayudó a orientarnos con el track que llevaba cargado (ya lo hizo en la jornada de bicicleta del grupo del Instituto en San Agustín del Guadalix). Tirso conocedor de la ruta tenía alguna dificultad en orientarse en determinados puntos por la cantidad de nieve que nos encontramos, que tapaba completamente las sendas transitables.

Entre el maestro y las nuevas tecnologías conseguimos llegar al bosque totalmente blanco.







Comenzaba la ascensión por las pistas forestales bien cubiertas del manto blanco. Pistas que en otras situaciones son bien transitadas por senderistas e incluso bikers. La subida por estas rampas se hizo dura, aunque nada que ver con lo que nos esperaba al final del camino. Esa información solo la manejaba el maestro Tirso, que bien la retuvo para no asustarnos. Hizo bien, porque de no hacerlo igual se hubiera visto solo en la jornada...

Una vez fuera del refugio del bosque comenzamos a notar un viento racheado, que sin ser muy fuerte, por tramos sí se notaba racheado, muy frío y desagradable. Dejando atrás la zona arbolada, y ya en un tramo alto el perfil se dulcificaba, aunque comenzamos a encontrar en ciertos puntos más acumulación de nieve, toda nieve virgen nieve en polvo. Tan solo tuvimos de referente las huellas de un animal, posiblemente un zorro, que seguía a la perfección nuestra ruta. Tirso que en casa debe de acumular más material técnico que el mismo Decathlon en sus almacenes centrales, llevó un poquito de todo, incluyendo un juego de raquetas que se calzó en primera instancia Guillermo. La imagen que nos llegaba de Guillermo para los no habituados
era bastante cómica. Me recordaba al andar al mismísimo Franky (frankenstein), imagen que luego repetí yo mismo y finalmente Tirso al utilizarlas. La ventaja de la utilización de las raquetas sobre las botas es bastante clara. Ante la acumulación de nieve, gracias a la gran superficie de la base, las raquetas impiden que te hundas, mientras que los que van sin ellas, hunden el pie por el propio peso.

Después de un gran tramo me las calcé yo, y desde ahí ya no las solté hasta la cima de la peña Cebollera. Es una sensación extraña al principio, de torpeza y comodidad a la vez. Con el uso vas dominando la técnica y disfrutas de sus beneficios.







El tramo de pista forestal nos llevó cubrirlo aproximadamente dos horas, haciendo en torno a unos 5 km. Llegados a este punto, Tirso dio el alto al grupo, cubrimos las necesidades alimenticias y fisiológicas, y entonces nos indicó el nuevo guión a seguir. Dejábamos ya a un lado la pista forestal y comenzaba el tramo de montaña pura. La ascensión a la peña Cebollera desde abajo parecía asequible, si bien, la pendiente era bastante pronunciada y con mucha vegetación baja que dificultaba el camino a elegir en la subida. Realmente lo que había que hacer era intentar no perder de vista un arroyo que descendía toda la ladera pero sin llegar al punto de caerse en él, algo que no era tan sencillo puesto que estaba completamente tapado por la nieve. En un punto inicial tuvimos que atravesar este arroyo y Green en el salto no midió bien llegó a tocar el agua con sus botas, pero solo fue una anécdota sin consecuencias.

Al llevar yo las raquetas, tenía la responsabilidad de abrir camino al resto, como si fuera un rompehielos en el Ártico. El trabajo no era sencillo, puesto que la inclinación en muchos puntos era excesiva, lo que unido a la escasa facilidad de movimiento que supone llevar las raquetas, hacía más complicada mi ascensión. Tuve dos o tres momentos de colapso. Según íbamos tomando altura, la cantidad de nieve que nos encontramos superaba en muchos puntos la zona de las rodillas incluso algo más, mucha vegetación baja tapada por nieve helada, la bajada en picado de las temperaturas y el viento racheado que ya nos azotaba de lleno al quedar sin la protección de la peña. Desde mitad de la ascensión de la peña hasta hacer cumbre comenzó lo peor de la jornada. Esos vientos gélidos racheados muy fuertes, excesiva nieve y vegetación, la inclinación que no suavizaba en ningún punto y la sensación de no ver nunca el final de la peña, hacía de la subida un sufrimiento durísimo.




En un momento de la ascensión, Tirso que lleva un reloj con estación meteorológica me comentó que la temperatura ambiente estaba con total seguridad en los -15º a -20º. Yo sufrí mucho la segundo tramo de subida, ya que no llevé una braga polar para cubrirme la zona de la boca y la nariz, lo que me ocasionaba en dolor fortísimo en esa zona. Tenía que ayudarme con la mano libre, la que no llevaba el bastón, para taparme y aliviar el viento que me rompía la piel. Aún así, ahora tengo alguna quemadura del viento en la zona del labio superior y la parte baja de la nariz. Otros llevaban bragas que les tapaban, y también se ayudaron de las capuchas de los abrigos y de cualquier cosa que pudieran llevar encima para taparse.

Finalmente, y después de aproximadamente 1h15 de ascensión de la peña, hicimos cumbre. Alcanzamos los 2.129 metros de altitud y habíamos comenzado en los 1.434 metros, por lo tanto una ascensión de 700 metros muy duros, y una distancia según el GPS de Green de unos 7.3 km. Precedidos por el maestro, yo le acompañé a los pocos minutos, y nos abrazamos orgullosos de haber podido con la situación tan dura. Al poco de llegar, Guillermo se unió y poco después Green completó el grupo en la cima.

Las imágenes desde arriba son tremendas. Se aprecia con total perfección toda la meseta norte de España llegando la vista sin problemas a divisar toda la cordillera cantábrica con sus elegantes Picos de Europa nevados. Aún así, siendo maravilloso el paisaje el frío no daba tregua. Estando arriba sin cobijo el aire era destructivo. Para hacer entender de lo que hablo, como ejemplo valga que saqué la mano derecha para hacer alguna grabación de la cima, y a los 30-40 segundos de hacerlo comenzaba a notar las manos amoratadas, lo que me obligaba a volver al guante.






Tirso, en su papel de maestro se puso a hacernos arriba (sí a -20º) una infusión. ¡Qué complicado es todo cuando hace un frío tan infernal! Después de varios intentos consiguió encender la mecha de su mini hornillo a gas y nos tomamos una infusión compartida. Fue algo así como hacer un botellón caliente en lo más alto de Madrid. Completamos la infusión con el bocadillo y almendras, pasas, y otros frutos secos que llevábamos encima, todo siempre tomado con guantes, capuchas, gorros, gafas de sol... A los 15 minutos de subir, comenzamos a notar un frío en el cuerpo nada bueno. A pesar de ir abrigados adecuadamente con ropas técnicas, mallas interiores, varias capas de forros polares, gorros, abrigos invernales... el frio marca su ley y te hace sentir desnudo.

Comenzamos el descenso, en el que Green parecía llevar esquíes de descenso. Nos perdió nada más comenzar, y llegó a la base el primero con gran ventaja. En la primera parte de la bajada nos encontramos con otros dos "locos" que subían a hacer cima. Nos saludamos, ¡qué menos en esas circunstancias! Tirso, como buen relaciones públicas se paró a cruzar impresiones, mientras Guillermo y yo no paramos de darle toda la caña que pudimos para recuperar el calor. En la bajada aprecié más nieve que en la subida, algo absurdo porque la cantidad era la misma. Pero sí es verdad que ya no iba con raquetas y además intentábamos aprovechar el camino de subida, por lo que en muchos puntos metíamos casi toda la pierna en la nieve y costaba salir y continuar el recorrido.






En la base estaba Green esperando al sol, ya más sonriente porque había recuperado el calor corporal y sabía que lo peor ya estaba hecho. Nos unimos Guillermo y yo, y a los pocos minutos ya estaba el maestro Tirso acompañando al grupo. Tomamos algo de alimentos y continuamos por la pista forestal para regresar hasta la gasolinera del puerto de Somosierra.

En el camino de regreso, pudimos comprobar lo bárbaro de lo que habíamos ascendido. También pudimos ver a los dos que nos encontramos subiendo a la peña cómo se dejaban deslizar con esquíes hasta la base. En opinión de mis tres compañeros de ruta, uno de los dos tenía muy buen nivel de esquiador ya que la inclinación, la vegetación y las pisadas de los que por allí habíamos transitado hacía muy complicado el descenso. Al otro acompañante se le veía en la distancia con muchos problemas, hasta el punto de que a mitad de descenso abortó la bajada con esquíes para hacerla a pie como nosotros.

Gran parte del regreso lo hicimos por el mismo tramo de subida. A mitad de recorrido nos encontramos con un "amigo" que venía por otro recorrido y el que nos comentó que también por allí se podía ir hasta nuestro destino. La verdad es que fue un poco faena puesto que tuvimos que bajar para luego subir un pequeño tramo que ya no nos sentó nada bien. Lo cierto es que llegamos a nuestra meta hacia las 14h00 cumpliendo ampliamente la estimación de tiempos.

Nos cambiamos el calzado, los calcetines y los pantalones que venían, al menos en mi caso, tremendamente mojados y nos fuimos a buscar un lugar donde tomarnos algo de comer y beber para charlar sobre la jornada tan maravillosa que habíamos disfrutado.



Me llevo un recuerdo maravilloso del día. Una experiencia increíble en nieve como nunca antes la había tenido, en un entorno perfecto, con un grupo estupendo, y con un clima, que a excepción del tramo final de ascensión a la peña, ha sido inmejorable para estar en pleno febrero.

Agradecer en especial la labor de Tirso que nos ha llevado de la mano, facilitándonos todo tipo de material, de consejos y por encima de todo, nos ha dado una seguridad en lo que hacíamos que es de valorar por lo menos al nivel de un "Calleja". Y por supuesto, también a Guillermo al que le meto últimamente en algunos embolados "extremos" (Blanqui, tranquila que ya ves que siempre vuelve vivo a casa). Y finalmente a Green, que es un tipo que igual le da ir a pedales, que ir a pie, que probablemente volar, correr, nadar... un tío completo en las artes del deporte y la naturaleza. Hubo muy buen ambiente, buena conexión que ayudó a llevarse una mejor impresión del día. Quizás nos faltó "un Santiago" que estaría limpiando cromados... pero siempre habrá más oportunidades. La próxima ya está más cerca.

domingo, 5 de febrero de 2012

Crónica del 5 de febrero.


Ruta en bici 1406987 - powered by Bikemap 

Me encantan los retos, principalmente los que suponen un esfuerzo físico. Valen muchos ejemplos, aquellos en los que se lucha contra uno mismo (mejorar marcas anteriores), contra la circunstancias que plantea la naturaleza en su climatología o en su relieve, en recorrer grandes distancias, en reducir tiempos. Me entusiasma pensar que somos capaces de mucho y que en realidad podemos conseguir muchas más metas de las que nos imaginamos. El cuerpo es una máquina que tan solo hay que educar, engrasar y llevar al límite en situaciones que se requieren. Y por supuesto, es posible. Hace falta mucha dedicación, tiempo, un entramiento adecuado, una alimentación correcta, y especialmente, grandes dosis de ilusión. Con ese cóctel se puede llegar donde cada uno se proponga, a la meta que cada cual se marque.

Llevamos varios días sufriendo el martilleo constante de los medios de comunicación sobre la temida ola de frío siberiana, y el pasado jueves tocó todo el país. Así, después de ver el panorama que se planteaba para el sábado, con temperaturas de hasta -6º y vientos de 18 nudos de componente norte, se hacía más sensato dejar la bici para el domingo, que según las estimaciones de los modelos auguraba un tiempo más propicio para el pedaleo.

Así, el domingo quedó marcado en el calendario para la salida semanal. Me quedé solo ante la adversidad y me planteé un recorrido "de seguridad", algo que hago por norma cuando no voy acompañado. Intento no alejarme a más de un radio de 20 km de casa limitando las zonas conflictivas de caidas. Pero lo que sí tenía muy claro es que no me quedaría en una salida "menor". Aunque la distancia y el perfil de la ruta marcada roza las de toma de contacto, pensé plantearlo en una lucha contra el crono. De este modo endurecía mucho la ruta y ponía a prueba  mi solvencia en aguantar un ritmo alto, de cara a Soplao.

El pronóstico marcaba para las primera horas del día temperaturas entre 0º y 2º y viento nulo, tendiendo a levantarse según avanzase el día. Y se cumplió casi con puntualidad británica. Retrasé algo la salida para evitar el intenso frío, y a las 10h00 salí de casa con los 0º estimados. Frío intenso que no me abandonó en ningún momento. Atravesé Meco en dirección al camino de Valdeavero comenzando a calentar las piernas y todo el cuerpo que estaba muy frio. La primera cuesta ya me hizo sudar y olvidarme del vao que salía de mi boca. Cuando llegué al alto del repecho comprendí que tenía buen ritmo y que sería un día estupendo para el plan marcado, el de ir dándolo todo. Y confirmé mis sensaciones al llegar al final del tramo de tierra, ya a 9,5 km de casa, donde hasta este día tenía una mejor marca de 27 minutos y en esta última salida lo paré en 25. Igual parece que no es grande la diferencia, pero la anterior marca la conseguí dándolo todo, así es que para mí tiene un valor especial.

Al final del tramo ya entré en asfalto dejándome llevar puerto abajo hasta Valdeavero. Tomé la carretera hacia Torrejón del Rey y en el pueblo giré a derecha para tomar la nacional que termina en Guadalajara. En todo este tramo igualmente iba apretando los dientes y muy cómodo. Tomé la carretera, con un par de repechos pequeños y el minipuerto de algo más de 1 km que hay casi en el tramo final hasta tomar la salida que lleva a Quer.

Al tomar este desvío y encarar la carretera de unos 3 km noté que el viento hacía ya acto de presencia y además en mi contra. Un viento bastante frío aunque no muy fuerte, pero sí lo suficientemente molesto para no dejar rodar cómodo. Llegué hasta el pueblo de Quer he hice una parada técnica para devorar una chocolatina e ingerir líquido. Aproveché para fotografiar el entorno.





La parada que no fue más allá de los 4 minutos me dejó totalmente helado. Cuando vas encima de la bicicleta no eres consciente del frio que hace porque el cuerpo genera mucho calor y sudor que empapa la ropa. Y es cuando no se circula cuando notas todo el frio del día. Así, toda la bajada que tenía por delante hasta Alovera, de unos 2 km me tocó sufrirla, pues la braga que llevo en la cabeza estaba empapada, al igual que la ropa interior, y el frío hizo añicos todo lo mojado y libre del calor corporar que en ese momento había perdido. Ya en el pueblo, en el llano conseguí entrar en calor a base de apretar los dientes y volar bajo.

En Alovera tomé la avenida que une este pueblo con Azuqueca. Una recta maravillosa que me permitió rodar a 30 km/h casi de forma constante. Tomé un par de rotondas en Azuqueca para encarar otra larga recta hasta llegar ya a la zona de tierra que une este pueblo con Meco. En ese punto acumulaba 30 km de ruta a una media de 26,30 km/h. No recuerdo haber tenido esa media nunca en un tramo tan largo y con un primer sector en tierra. Me daba cuenta de que estaba dándolo todo y que lo estaba haciendo bien.

Tomé el tramo de tierra con menos velocidad de la que llevaba, cambiando el plato grande al mediano y buscando las zonas menos socavadas del terreno para intentar no perder el ritmo. Al final del tramo giré a derechas para pasar el puente sobre la R2 y llegar hasta Meco. Como los tiempos pensados estaban siendo incluso mejorados, tomé el camino que une Meco con Villanueva para alargar la ruta. Hacía ya muchos meses que no rodaba por este tramo, que he encontrado bastante bien. En dirección Villanueva pica hacia arriba en todo momento, pero con algunos llanos.

Llegado a Villanueva crucé el pueblo y busqué la gasolinera para torcer a izquierdas por la carretera que lleva a Valdeavero. Este tramo es ya uno de los más transitados por mí. Muy interesante en la dirección que lo tomé en esta ocasión porque son unos 4-5 km que pican en todo momento hacia arriba. Clavé el plato grande y con él fuí todo el recorrido de asfalto exigiéndome. En el cruce con el tramo de tierra, el primero del día, paré para ingerir de nuevo líquido y tomar unas fotos más del terreno.





De nuevo el parón me hizo daño porque al retomar la marcha el sudor interior me dejó helado. Pero el antídoto de este problema ya le conocemos todos, apretar los dientes y entrar en calor lo antes posible. De este modo llegué hasta casa antes de lo que yo hubiera afirmado antes de comenzar la ruta.

Esta vez he conseguido sacarle más partido al pulsómetro. Los datos generados son los siguientes:

Promedio pulsaciones: 147
Máximo pulsaciones: 172
Promedio calorías consumidas: 828
Total calorías consumidas: 1.925
Tiempo In Zone (150-182): 1h21

De las 2h06 que tardé en hacer el recorrido, 1h21 estuve en la zona alta de bombeo (75 a 100% de mi máximo por edad), lo cual quiere decir que me lo tomé muy en serio.

Ha sido un día estupendo que me hace pensar que voy en el buen camino en mi entrenamiento.

Datos de la ruta:

Recorrido: Meco - Valdeavero - Torrejón del Rey - Quer - Alovera - Azuqueca - Meco - Villanueva - Valdeavero - Meco.
Distancia: 52,83 km.
Tiempo efectivo: 2h06'
Tiempo total: 10:00 - 12:20
Promedio: 25,14 km/hora.
Desnivel: 400 metros.
Terreno: pista-asfalto (25-75) %.