jueves, 10 de noviembre de 2011

Crónica Vuelta al Pico del Ocejón. Ruta 5*.

Ruta en bici 1318857 - powered by Bikemap 

VALENTÍA, la RAE dice: (de valiente).Esfuerzo, aliento, vigor.- Hecho o hazaña heroica ejecutada con valor.- Acción material o inmaterial esforzada y vigorosa que parece exceder a las fuerzas naturales.

Hace falta mucho valor, y además mucho arrojo y mucha confianza, en uno mismo y en el grupo, para plantearse una etapa del nivel físico por la distancia y desnivel acumulado que disfrutamos-sufrimos a partes iguales los cuatro valientes que el día de la Almudena nos conjuramos.

El planteamiento es claro, 105 km., 2.000 metros de desnivel acumulado, 35 km claros de subida más repechos, un terreno absolutamente quebrado con continuos ascensos y descensos, sin apenas llanos para rodar y recuperar el oxígeno y los músculos. Desde luego, es la etapa más dura y exigente de todas las que llevo en mi lista de ejecutadas. Etapón tremendo, con letras mayúsculas, que nos llevó a dar todo lo que teníamos tanto en lo físico como en lo mental. Etapa de esas que te llevan al extremo y de las que de salir victorioso, recuerdas por mucho tiempo.

La etapa se programó para el fin de semana anterior, pero la climatología decidió que debíamos esperar a otra fecha. Los astros se alinearon para que el 9 de noviembre, aprovechando el festivo en Madrid por la Almudena, pudiéramos coincidir cuatro valientes. Otros, por diversos motivos no pudieron afrontar el reto y por lo tanto lo tienen pendiente en sus agendas.

Joaquín, valedor absoluto de la ruta (es la cuarta vez que la realiza, dos en solitario y dos acompañado) estuvo en su impresionante linea física, mental y además didáctica. Es increíble cómo recuerda cada tramo, cada curva, cada ascenso o descenso, y lo hace público de una forma muy clara para que los iniciados en la ruta conozcan lo que se les presenta. Además, es capaz de controlar los tiempos de la etapa, dimensionar el recorrido y adaptar el ritmo para concluir sin que la noche te cubra. En resumen, es un seguro de vida en carretera.

Felipe, amigo de Joaquín es un ejemplo. En el final de sus cincuenta, sabe dosificar sus esfuerzos de un modo magistral llevando un timing de pedaleo constante, como si fuera un martillo pilón. Los más jóvenes debemos de aprender y en especial de maestros como Felipe y Joaquín. Porque si fue durísima la etapa para Guillermo y para mí, qué habrá sido para los otros dos del grupo que están en el segundo bloque de sus cincuenta. Para quitarse el sombrero y aceptar cualquier comentario sabio por parte suya.

Guillermo, el más joven del grupo ya a punto de entrar en el club de los treinta. Desde luego el más valiente del grupo, porque la bicicleta no es su deporte de fin de semana y por lo tanto no está especializado. Es deportista y eso le ha llevado a afrontar la exigencia física y mental que requiere un etapón de este nivel. Con continuas molestias en un abductor de su pierna derecha, tuvo que sufrir mucho encima y junto a su bicicleta, haciendo algunos tramos a pie por el intenso dolor. Ha sido un ejemplo para todos lo que dicen no poder, porque ha demostrado que al límite siempre se puede. ¡Bravo!

Juan, el redactor de la crónica y editor del blog. Para mí ha sido una experiencia impresionante. El esfuerzo ha sido intenso, agotador, tremendo. Pero la compañía, la ruta, el entorno no tiene precio. Estoy contentísimo de haber podido dedicar un día a esta circular.






La climatología nos regaló un día fantástico para las fechas en las que nos encontramos. Durante la primera parte de la jornada tuvimos un sol bastante limpio, y en la segunda comenzó a velarse hasta cubrirse con un gris plomizo que aventuraba lluvia. Lluvia que tan solo nos acompañó ya en el camino de regreso a casa en los coches. La temperatura osciló durante todo el día de los cero a los seis grados, sitiendo el frío en las paradas y en los descensos, y sudando en los continuos puertos que nos encontramos. En el camino de casa a Tamajón, ya cerca de nuestro destino, se cruzó en nuestro camino un pequeño corzo hembra que salvó nuestra trayectoria con una agilidad pasmosa.

Después de un café en Tamajón, a las 9h30 comenzamos nuestra ruta saliendo del pueblo en dirección a Campillejo, El Espinar, Campillo de Ranas y Majaelrayo. Tras los primeros 5 km de llano comenzamos una bajada de 2 km y un repecho de otros 3, el primero del día para entrar en calor. Tras el repecho algo de llano pasando por Campillejo, y tras este pueblo ya comienza un falso llano que pica hacia arriba ligeramente que nos lleva a pasar por el resto de pueblos hasta alcanzar el último de la carretera, Majaelrayo.







A menos de 2 km para llegar al pueblo, vemos en la carretera a un animal que al principio no distinguimos, pero que según nos acercamos nos damos cuenta de que se trata de un zorro. El animal estuvo durante mucho tiempo tumbado en la cuneta viéndonos llegar sin hacer amago de esconderse hasta que faltando 50 metros se ocultó entre la vegetación. Mis tres compañeros de ruta coincidieron en que es extrañísimo que el zorro nos dejara acercarnos tanto, que era muy posible que el animal estuviera herido.









Ya llevamos 20 km y decidimos hacer un alto para ingerir alimentos y líquidos. Aquí aparece la versión "maestro" de Joaquín para instruirnos en lo que se nos viene encima. Justo a nuestros pies comienza la pista forestal que une Majaelrayo con Cantalojas. Nos instruye adecuadamente indicando que el ascenso es duro, con dos escalones bien marcados y un descenso intermedio donde haremos parada para reagruparnos y disfrutar del lugar. Así, Joaquín y Felipe comienzan a rodar, y Guillermo y yo tras unos minutos salimos detrás suyo.

Felipe, Joaquín y Guillermo, haciendo el descanso en Majaelrayo previo al ascenso por la pista a Cantalojas.

Calle de Majaelrayo, final del tramo asfaltado hacia Cantalojas.

Inicio del tramo de pista a que une Majaelrayo y Cantalojas.

Pico del Ocejón que circundamos durante toda la jornada.

El primer escalón es muy largo, 7 km de constante subida, con porcentajes no excesivamente duros aunque sí con algún tramo más empinado. Aquí Guillermo empieza a sufrir con el terreno y con el abductor. Decide muy acertadamente hacer algún tramo a pie para relajar la zona afectada. Así consigue vencer todo el primer escalón. Yo le acompaño hasta apenas 1 km de hacer cumbre donde me exprimo para ver si doy caza a los veteranos. Lo consigo justo antes de comenzar una bajada de algo más de 2 km que nos lleva a un lugar excepcional, idílico. Un pequeño puente por el que pasa el río Sonsáz, afluente del Sorbe, increiblemente transparente y un espacio con un refugio, mesas y bancos, todo en pizarra negra de la zona. Al poco de llegar nosotros, Guillermo aparece lanzado por la divertida bajada, y donde le damos el alto para que recupere junto a nosotros y disfrute del espacio natural que nos regala la ruta. Llevamos 28 km.






Río Sonsaz, afluente del río Sorbe.










Tras el sosiego comenzó la tormenta, no climatológica sino la relativa a los desniveles. Afrontábamos la zona más exigente de todo el recorrido, subiendo por una ladera la pista revirándose en varias zetas para lograr hacer cumbre. Pendientes éstas sí que muy importantes exigió de nosotros dedicar cada músculo, cada aliento, cada bombeo del corazón a avanzar metro a metro en la lucha por ascender. Apenas 3 km de ascensión que fueron durísimos, entre grandísimos pinares, naturaleza salvaje. Me destaqué del grupo y en la cima me senté a grabar la llegada de cada uno.

La bestia descansando.

Panorámica del valle.

Al fondo, las cumbres nevadas de la vecina sierra de Guadarrama.




Arriba hubo reagrupamiento y nos tiramos al descenso de 3 km superdivertido en fila de a uno y comprobando que los masters igual suben que bajan, les da absolutamente igual.











Al pie de la bajada hacemos parada de nuevo porque el lugar de nuevo es increiblemente bonito, especial, idílico. Con dos ríos, el de la Hoz y el Lillas que nacen en la ya próxima Tejera Negra y que se unen justo al paso por el puente por el que nos deslizamos nosotros. ¡Qué maravilla de lugar! Cualquier esfuerzo es bueno si luego tienes premios de este nivel.

Punto donde confluye el río de la Hoz con el río Lillas, afluente del Sorbe.








Continuamos camino a encontrarnos con la puerta del Parque Natural de la Tejera Negra, a 5 km de nuestra situación actual, con un recorrido ya más ligero, hasta sencillo se puede decir sabiendo lo que ya habíamos cocinado a fuego lento en los tramos anteriores. Aquí nos echamos las fotos protocolarias y continuamos hacia Cantalojas que alcanzamos en menos de 2 km dejando definitivamente ya la pista para subirnos al asfalto.
















Cruzamos el pueblo de Cantalojas para buscar la carretera que nos llevará hasta Galve de Sorbe donde haremos parada y fonda. 6 km de separación entre pueblos, con un llano picando hacia arriba de manera constante, nos lleva a concluir nuestra primera parte del recorrido. 48 km y son las 14h00, pensando (ingenuamente, al menos yo) que lo peor ya estaba hecho y que lo siguiente, salvo algún tramo duro sería bondadoso con nosotros.










Nada nos vino mejor que hacer esta parada y recuperar energías, entrando en el Hostal de Nuestra Señora El Pinar del Sorbe, primeramente con unos magníficos torreznos y como principal unos bocadillos de lomo que nadie puede dejar de probar. Diez sobre diez que nos animó mucho.

Torreznos al centro que nos dió la vida. Buena materia prima en esta zona.
Tras unos 45 minutos de descanso para la comida, volvimos a subir a las bicicletas para rodar los más de 50 km que aún restaban hasta el final de nuestra etapa. Comenzamos agrupados por una ligera subida para encarar una larguísima recta de más de 3 km que picaba ligeramente hacia arriba, cubierta en ambos lados por sendos pinares que no sirvieron para salvarnos del viento que se había puesto en nuestra contra. Joaquín y Felipe desaparecieron de nuestra vista, y Guillermo y yo intentamos solventar el problema con mucha paciencia.

Superado este tramo ya nos situamos en el km 53 y comenzaba un tramo largo de 14 km donde nos encontramos más a resguardo del viento, bordeando los costados de los cerros por los que trazaba la carretera con más pendientes hacia abajo que hacia arriba. Fue uno de los tramos más agradecidos de todo el recorrido del día, con algunos puntos de descenso intenso alcanzando casi los 60 km/h.





En el km 67 nos esperaban pacientemente Joaquín y Felipe, algo arrecidos por el ambiente y por el tiempo de espera. Aquí, de nuevo y por fortuna, el maestro Joaquín volvió a darnos una clase magistral de lógica. El reloj marcaba ya las 16h00 y nos restaban 35 km. Conocedor de lo que aún nos quedaba por merendarnos, nos hizo saber que de esperarnos probablemente la noche nos caería encima sin poder concluir la etapa. Así, se decidió que los masters tirarían hasta Tamajón como pollos sin cabeza, dando todo lo que de físico y mente les quedaba para recogernos donde nos encontráramos.

Nos pusimos a ello comenzando un descenso vertiginoso de 4 km por una carretera muy parcheada y rodeada de frondosos bosques. Llegados al hoyo era el momento de comenzar a subir, y fue ahí donde definitivamente nos separamos en dos grupos. Primera subida, tocaba subir 5 km y después descender unos poquitos para llegar a Valverde de los Arroyos, km 77 de la ruta.




Pasado 1 km el pueblo otra vez tocaba subir, esta vez, segunda subida, 4 km para bajar por el otro costado 5 km pasando por Palancares. Tercera subida que nos tocaba realizar de continuo, ahora 2 km pero éstos realmente duros, una pendiente claramente más pronunciada desde la parada para la comida. Todas las subidas enlazadas sin apenas descanso se nos hizo tremendo. Guillermo supo sufrir, pelearse consigo y con la bicicleta, y conseguir vencer.

Hicimos cumbre y por fin, el terreno nos regaló una bajada trepidante, a tumba abierta, sabiendo que el final estaba cerca. Apenas ya sin luz (yo no veía ya mi cuentakilómetros) nos lanzamos a comernos los kilómetros hasta la zona más baja donde se iniciaba una corta subida que ya nos aproximaba a Tamajón. Faltaban apenas 4 km cuando apareció Joaquín, San Joaquín pensamos Guillermo y yo. Nuestro cuentakilómetros marcaba algo más de 100 km. Guillermo se bajó de la dos ruedas y solo pensaba en amarrarla al soporte del coche escoba para ir plácidamente sentado en el coche. Yo intenté luchar contra lo imposible, sin darme cuenta de lo que estaba haciendo. Quise terminar la etapa sobre la bicicleta y me lancé a terminar el pequeño ascenso cuando sonó el teléfono. Era Gloria que preguntaba por mí, era ya muy tarde y totalmente de noche. Cuando volví a ponerme en marcha la visión era prácticamente nula, y el trasiego de coches era alto para la zona. Pensé que estaba poniéndome en peligro absurdamente y paré en la cuneta pensando qué hace, cuando paró un coche y desde su interior me consultaron si me encontraba bien, si me podían ayudar, incluso se ofrecieron a acercarme montando la bici en su porta bicis. ¡Qué gente más maravillosa! Aún quedan de esos... yo pensaba que no. En esas estábamos cuando llegaron Joaquín y Guillermo y al verme parado con el grupo del coche pensaron muchas cosas y todas malas. Al final se dieron cuenta que paré por sentido común. Subimos la bici al soporte y en 3 minutos ya entrábamos por las calles de Tamajón.

Mapa hidrológico de la sierra de Ayllón.
Felipe nos estaba esperando en el Restaurante La Tienda, ya de civil, disfrutando de los placeres líquidos que ofrece la tierra. Tras montar las bicis en los railes del coche, nos unimos a él y pudimos relajarnos y contar la experiencia desde nuestra perspectiva. De ahí nos despedimos hasta otra etapa mítica, que seguro nos hará juntarnos y disfrutar de gente tan especial.


Acabo el día (o la noche) a las 21h y Guillermo hasta las 22h no está en casa ya relajado. Programar una ruta de este estilo es un paliza en todos los sentidos: madrugón, traslado, exigencia física y mental, presión por las horas de luz..., pero lo que aporta es mucho más de lo que resta. Hasta la fecha es la etapa más bonita y exigente que he realizado, y estoy seguro que tendré la oportunidad de hacerla en más ocasiones. Me siento privilegiado por haberla realizado, estando convencido que cuando pase un tiempo le daré su verdadero valor, el de un etapón 5 estrellas.

Sensaciones de Joaquín

Después de haber sufrido y disfrutado el duro y largo recorrido, en el rigor de una jornada fría y plomiza que atenazaba al mas pintado, con el estrés de llegar a nuestro destino antes de que cayera la anunciada lluvia en la oscura noche, siendo conscientes de estar en un entorno salvaje, único, nos permitió sentir el privilegio del otoño con inusitada intensidad, en esta que ya es una emocionante etapa mítica y antológica.

Hay que hacer mención especial a Guillermo para felicitarle por las ganas y el par de cojones que ha demostrado tener para afrontar y sufrir este reto hasta con humor. Y por supuesto a Juan que teniendo gasolina enriquecida tuvo el detalle de ser su pareja ayudándole a superar sus malos momentos y demostrando su compañerismo. En cuanto a la otra pareja Felipe y un servidor, llevábamos gasoil embrutecido que nos ha permitido no utilizar el plato pequeño ni en las cuestas más exigentes, además muchas batallas nos han curtido para afrontar esta etapa con mucha motivación. Y para José, ¡lo que te has perdido! y un claro mensaje de esperanza, ¡Tendrás otra oportunidad!, pero hay que trabajar.

Datos de la ruta:

Recorrido: Tamajón - Campillejo - El Espinar - Campillo de Ranas - Majaelrayo - Cantalojas - Galve de Sorbe - Valdepinillos - La Huerce - Umbralejo - Zarzuela de Galves - Valverde de los Arroyos - Palancares - Tamajón. (Circular)
Distancia: 105 km (recorrido 101,10 km).
Tiempo efectivo: 6h53
Tiempo total: 9h30 - 18h30
Promedio: 14,67 km/hora.
Desnivel: 2.020 metros.
Terreno: pista-asfalto (80-20) %.