lunes, 24 de noviembre de 2014

¿Normalizamos? 22 de noviembre.


Route 1.406.987 - powered by www.bikemap.net

Disfrutar y sufrir. ¿Combinación equivocada? Cuando lo que tienes claro en la vida es que para obtener un fruto primero hay que sembrarlo, regarlo y al final si hay suerte y todas las variables se alinean, recoger ese fruto para regalarlo o bien morderlo fuerte, entonces y sólo entonces, es cuando sabes lo que cuesta cada cosa que se anhela. No necesito de grandes motivaciones para ser regular en muchos aspectos de mi vida; sin embargo, en ocasiones sí es sencillo caer en la comodidad.

Para salir de esos letargos hay que castigar al cuerpo, ir contra lo que él permanentemente exige. Un castigo regulado, claro, un castigo controlado para habituarle, adiestrarle. Y también a la mente, ya que la cabeza juega mucho más de lo pensado en esto del deporte.

Después de la ruta larga de quince días atrás en Guadalajara, no podía dejar pasar más tiempo sin rodar ya un mínimo de 50-60 k. Mi intención estaba en hacer 70 pero salí ya demasiado tarde para cumplir con el cuadrante horario del sábado. Por eso alivié un poco la ruta de kilómetros, pero no tanto como para hacerla insuficiente.

Muchas veces he hecho esta ruta ya o muy similar. Me encontré el sábado buen clima, tanto que pude ir con ropa mixta, con un culotte corto y una chaqueta de manga larga arriba. Tan solo el viento se puso remolón y me dificultó en casi todo el recorrido que la bicicleta rodara suave. Sin llegar a forzar las piernas fui muy cómodo, sin dolor en ningún punto de piernas o espalda. Fue un paseo vivo.

En Alovera paré para recuperar un poquito y aproveché para tomar esta foto de la Ermita de la Virgen de la Paz, que se encuentra a su entrada.


Con el objetivo claro que volver a tener una rutina semanal, con incrementos en las distancias, tiempos y desniveles, la próxima semana intentaré cumplir y ser bueno...siempre que el tiempo no me diga lo contrario, claro...

Datos de la ruta:

Recorrido: Meco - Valdeavero - Torrejón del Rey - Quer - Alovera - Azuqueca de Henares - Meco - Villanueva de la Torre - Puerto de Valdeavero - Meco.
Distancia: 53,65 km
Tiempo efectivo: 2h24'
Tiempo total: 9h15 - 12h00
Promedio: 22,29 km/hora.
Desnivel: 400 metros.
Terreno: pista-asfalto (25-75) %.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Ruta de la Arquitectura Negra, vuelta al Pico del Ocejón. 10 de noviembre.


Route 2.844.076 - powered by www.bikemap.net

Cuando media España o, a decir verdad, toda España entera y parte de Europa estaban preocupados por el famoso 9N, Roberto y yo lo estábamos por el 10N. Es simple de explicar: nivel de preferencias se dice. No es que el 9N no sea algo importante en el devenir de nuestras vidas, es más, creo que es algo que debemos seguir de cerca todos, los que quieren una cosa y los que quieren la otra...incluso aquellos que no saben lo que quieren o directamente no quieren saber nada del tema. A lo que voy, que no quiero desviarme del tema principal de este blog, es que cada cual tiene su lista de prioridades en cada momento, y para nosotros el 9N pasaba a un segundo nivel, mientras el 10N era básico. ¿Y por qué era básico? Porque oportunidades así son difíciles de ajustar y encontrar en una agenda complicada.

Nos vamos a hacer una ruta maravillosa por los pueblos de la arquitectura negra en Guadalajara, Roberto, ¿qué te parece? Y Roberto, es que ni dudó un instante. Claro bro!! ¿A qué hora salimos? Cuando conoces a alguien desde antes de tener conocimiento de las cosas, y ese alguien es de los que no fallan, es un placer plantear retos.

Levantarse pronto es lo peor de estas salidas. A las seis de la mañana arriba, desayuno, bici al coche y a buscar a Roberto y de allí una hora hasta aparcar en Tamajón, campamento base. Se esperaban cielos despejados y frío...mucho frío. Y acertaron de pleno, porque a la llegada estábamos a 1 grado y y a lo largo del día no subimos de los 7 grados a tenor del frío tan escandaloso que pasamos.


Echamos a pedalear y qué bien pasan los primeros kilómetros...casi bromeábamos al decir que se nos iba a quedar corta...ingenuos. Primer destino el Embalse del Vado, que nos obligaba a extender la ruta natural en 12 kilómetros pero que aviso a todo aquel que tenga la oportunidad, tiene que recorrerlo. Descenso suave entre pinares que te envuelven en un abrazo húmedo y sombrío, de olores lejanos de esos que ya no percibimos en las ciudades. Dos corzos pequeños se atravesaron rápidamente y huyeron monte arriba. Al acercarnos a la presa ya se veía el embalse, con muy poca agua a estas alturas de año, que sin embargo impone por sus formas. En la presa hicimos un alto para relajar la vista y disfrutar de una obra faraónica, maravillosa. Me encantan las presas, no lo puedo ocultar...





Volvimos sobre nuestros pasos, ascendiendo la suave pendiente hasta recuperar el recorrido inicial que nos debería de llevar hasta el último pueblo con carretera asfaltada: Majaelrayo. Hasta allí tuvimos varios descensos muy divertidos y algunas subidas, pero puntuales. Con tráfico casi inexistente rodar en bicicleta por aquellos lugares se hace un placer divino, no os lo podéis llegar a imaginar. Antes de llegar a Majaelrayo intentamos desviarnos para ver otro punto interesante de aquella zona. Lo llaman "la muralla china" porque desde abajo se ve todo el descenso y en su perfil hay esas piedras que se ponían antiguamente para limitar el borde, lo que hace recordar a la muralla china. Pero no pudimos llegar, porque durante toda la ruta encontramos mucho ganado suelto que tiende a irse en ocasiones al asfalto. Ya nos pasó unos kilómetros atrás que tuvimos que esperar la protección de un par de coches para evitar que se fijaran tanto en nosotros. Ya sé que esas vacas y toros son mansos, pero resulta que cuando vas en bicicleta te sientes muy indefenso y ese ganado es enorme, del tamaño de bueyes. Total, que tuvimos que retroceder y dejar esa visita para otra ocasión.

Seguimos hacia Majaelrayo ya en claro ascenso. El plato grande ya costaba moverlo con fluidez. Llegamos al pueblo e hicimos parada para alimentarnos y echar las fotos que se merece el entorno, increíble en su concepción arquitectónica, con todas las casas construidas en pizarra negra, al pie del pico del Ocejón y rodeados de prados verdes, llegando hasta nuestras narices un olor a chimeneas que nos quitaban las ganas de continuar nuestro camino.



 
Hasta este punto de la ruta podemos decir que fue un paseo divertido muy agradable. Las dificultades comenzaron ya al empezar por la pista de grava de 20 kilómetros que une Majaelrayo y la Tejera Negra. Hacía justo tres años que había hecho esta misma ruta y tenía un vago recuerdo de lo que teníamos por delante. Sabía que había dos subidas largas y dos bajadas fuertes, pero no recordaba con exactitud la longitud de ambas subidas ni tampoco la dureza. Pues resulta que la primera tiene 7 kilómetros que se hacen larguísimos, donde no se encuentran paredes ni repechos que hagan meter los riñones demasiado, pero sí es un puerto que no da ningún descanso.

 
Arriba comenzamos un descenso vertiginoso que nos llevó al sitio perfecto. Las fotos os enseñarán más de lo que mis palabras os podrán decir. Reposamos unos minutos porque se veía la segunda subida que nos esperaba, ésta distinta, fuerte, con zetas muy pronunciadas. Mismo error que con el primer puerto: que no recordaba su longitud. No sé decir cuántos ahora mismo, pero seguramente unos 5 y muy duros. Llegar arriba casi vacío es una sensación que hace pensar si se podrá cumplir con el objetivo de terminar la etapa en el tiempo previsto, que impepinablemente debía ser antes de anochecer.





Otra bajada nos llevó a otro paraíso escondido entre montañas donde dos ríos se unen para hacerse uno. El entorno es indescriptible, solo para los más fanáticos de la naturaleza. Un pequeño ascenso ya nos llevó a las puertas de la Tejera Negra y así pudimos dejar la pesadilla que fue para nosotros el tramo de tierra y pasamos al asfalto donde la bicicleta parecía en esos primero momentos que rodaba sola. Una vez fuera del tramo de tierra nos dimos hablamos que había sido una pequeña pesadilla, ese tipo de situaciones de las que crees que no saldrás jamás, por más pedales que estés dando. Moraleja: todo tiene un principio y un final, afortunadamente.

La carretera nos llevó suavemente hasta Cantalojas y cruzando el pueblo giramos hacia una calle que lleva directamente a la carretera que le une a Galve de Sorbe. El sector entre pueblo ya se nos hizo más pesado porque la carretera picaba hacia arriba, porque ya eran casi las dos de la tarde y llevábamos cinco horas de recorrido, porque las reservas energéticas estaban ya algo justas y porque el cuenta kilómetros marcaba ya los 65 kilómetros. Cuando pudimos llegar a Galve de Sorbe paramos en el restaurante que hay en el cruce de carreteras. No nos privamos de nada al comer, unos caldos, unos torreznos, y un menú para cada uno. La ropa estaba calada de sudor, así es que tuvimos que quitarnos hasta donde la prudencia nos permitía, ya que el salón estaba bastante lleno de gente.

A las tres salimos del restaurante con muy poquitas ganas de reanudar la marcha, con la incógnita de cuántos kilómetros reales nos faltaban hasta llegar de nuevo a Tamajón, de si nos daría tiempo suficiente antes de que se hiciera la noche y de si nuestros cuerpos podrían resistir la sacudida que les estábamos dando. Porque es importante explicar que esta es una ruta exigente, de más de 120 kilómetros, con más de 2.000 metros de desnivel acumulado, donde no hay un kilómetro llano en toda la ruta, y lo más importante de todo, es que ninguno de los dos habíamos rodado en las semanas anteriores más allá de una o dos salidas cortas de no más de 30 kilómetros. Cuando estemos con un punto de frescura bueno volveremos a intentar hacer la ruta y mejorar todos los tiempos y especialmente las sensaciones.

Subidos a la bicicleta había que ir por la carretera en dirección a Cogolludo. Sabía que había una subida larga pero no tanto... Lo pasé fatal, hasta el punto de que Roberto se escapó de mi vista y yo tuve que echar pie a tierra durante un kilómetro para relajar las piernas. Me sentía algo hinchado de la comida y fue cuestión de tiempo que todo fuera a su sitio y el cuerpo se fuese asentando. Roberto iba como un toro, a un ritmo machacón al que ni el viento ni lo que faltaba por recorrer le hacía mella. Arriba del puerto me estaba esperando con cara de preocupación porque claro, llevar a alguien más lento y con lo que nos esperaba era un problema serio. Los kilómetros siguientes hasta desviarnos a Valverde de los Arroyos se hicieron interminables, con sucesivas subidas y bajadas que al igual que el tramo de tierra te hacía sentir en una pesadilla.

Hasta ahí llegó mi calvario real, que comenzó al entrar en el tramo de tierra y concluyó en el desvío a Valverde. No sé muy bien el motivo pero comencé a sentirme bastante mejor. Las piernas ya no se me agarrotaban tanto, la espalda parecía doler menos... Igual es un efecto de defensa automática sabiendo el tiempo del que disponíamos para cerrar la etapa y no buscar excusas absurdas. A partir de aquí hasta prácticamente el final de la ruta enlazamos continuas bajadas trepidantes con subidas duras, unas tras otras, con la sensación de bajar a los infiernos para tener que subir a los cielos recurrentemente. Nos tocaba bajada loca loquísima durante unos kilómetros, muy divertida entre mucha vegetación y cero tráfico. Al llegar abajo comenzó un pequeño suplicio hasta alcanzar Valverde de los Arroyos. Esa sensación de visualizar un tramo que en apariencia no es cuesta arriba pero que sin embargo el desarrollo que llevas puesto y el dolor de piernas te dice lo contrario...quien conozca esto que cuento sabrá lo que estuvimos pasando durante varios kilómetros.

Al llegar a Valverde hicimos un algo. Una señal indicaba 24 kilómetros a Tamajón. Nos alegramos porque sabíamos que podíamos cumplir el objetivo, llegar al filo de ponerse el sol de quedarnos sin luz natural. Estiramos dos minutos y de nuevo a la bicicleta, donde tuvimos dos kilómetros estupendos de bajada para comenzar una larga subida, donde cada kilómetro costaba un riñón. A partir de ahí ya fueron bajadas muy largas y fuertes donde las bicicletas alcanzaban apenas sin impulsarlas los 60 kilómetros por hora. Pasamos por Palancares y continuamos bajando muy fuerte. El sol se iba y nosotros intentábamos volar. Otra subida más, creo recordar que la más dura de este último tramo, y cuando alcanzamos la cumbre había que volver a bajar muy fuerte otra vez. Abajo esperé a Roberto porque nos faltaban apenas 5 kilómetros para alcanzar Tamajón y la oscuridad caía a plomo, casi sin avisar. Como la bicicleta de Roberto sí llevaba focos trasero y delanteros se colocó detrás y yo delante que iba sin iluminación. Cubrimos el poco que nos faltaba hasta llegar a la iglesia del pueblo donde no pudimos resistirnos y lanzamos un grito al cielo de alegría porque había cumplido con el objetivo, habíamos cubierto casi 122 kilómetros.

Es increíble la alegría que se siente al hacer hacer un recorrido de este estilo, por la belleza y por la dureza que exige a quien lo intenta. Me fui a la cama con un cansancio monumental pero sabiendo que no será la última vez que recorra las carreteras de los pueblos de la arquitectura negra en Guadalajara.

Datos de la ruta:

Recorrido: Tamajón - Embalse del Vado - Campillejo - El Espinar - Campillo de Ranas - Majaelrayo - Cantalojas - Galve de Sorbe - Valdepinillos - La Huerce - Umbralejo - Zarzuela de Galves - Valverde de los Arroyos - Palancares - Tamajón. (Circular)
Distancia: 121,76 km
Tiempo efectivo: 7h41
Tiempo total: 9h15 - 18h20
Promedio: 15,85 km/hora.
Desnivel: 2.110 metros.
Terreno: pista-asfalto (80-20) %.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Y volver a empezar... 2 de noviembre


Route 1.086.228 - powered by www.bikemap.net

Volver a sentir y querer que eso ocurra. El deseo de todo aquel que ya haya experimentado la vida del deporte es claro, está muy marcado ya para toda la vida. Alejarse del deporte es posible, despedirlo creo que no lo es. Creo que ya he vuelto definitivamente a la bicicleta, no quiero dejarla en una larga temporada, porque si bien es verdad que me interesa también la carrera y el gimnasio, la bicicleta es básica para limpiar la mente al igual que modela el cuerpo.

Y hay que empezar por algo y en mi caso es la ruta inicial, corta pero que me asegura no morir en el intento, una que ya he hecho mil veces pero que siempre me gusta porque alterna pista y asfalto, que tiene llano y algún mini puerto, y que además no me aleja mucho de mi casa.

El día salió estupendo, con frescor a primera hora lo que me obligó a llevar manga larga arriba pero mantuve el culotte corto abajo. No forcé en ningún momento, no quise quemar los músculos más allá de lo que debía en una primera toma de contacto...¿para qué? La idea es clara en un primer entreno: que no pase nada, acumular horas encima de la bici y recuperar sensaciones. Los milagros no existen y solo se consiguen los objetivos a través del trabajo y el tiempo.





Al llegar a la altura de Valdeaveruelo me desvié, algo que habitualmente no hago en este recorrido y tomé algunas fotografías aprovechando la parada para tomar líquidos. Continué, justo donde comienza la subida principal de la ruta. Contento con las piernas que sí que han perdido tono, pero no han olvidado hacer su trabajo.




Llegué a casa bastante entero, sin la sensación esa de estar justito de fuerzas o haber hecho más kilómetros de los previstos. Buen trabajo y lo que me queda es darle continuidad cuanto antes. En eso estamos...

Datos de la ruta:

Recorrido: Meco - Valdeavero - Torrejón del Rey - Valdeavero - Villanueva de la Torre - Azuqueca de Henares - - Meco.
Distancia: 38,36 km.
Tiempo efectivo: 1h41'
Tiempo total: 9:15 - 11:20
Promedio: 22,65 km/hora.
Desnivel: 270 metros.
Terreno: pista-asfalto (40-60) %