miércoles, 13 de mayo de 2015

EPD Rock 'n' Roll Madrid Maratón 2015. 26 de abril.


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Describir la emoción que me inundó en los últimos metros es algo complicado. Suena cursi, pero es lo que me ocurrió, teniendo en cuenta que no soy para nada una persona a quien le sobrepasan las emociones.

El uno de enero comencé mi entrenamiento para acudir con garantías a la (mi primera) maratón del 26 de abril en Madrid. Sabía que la disciplina marca el camino, que la constancia es la guía maestra para realizar estos retos y que la planificación debía ser la adecuada para no lesionarme por exceso en la carga de kilómetros pero al mismo tiempo debía de ser la suficiente como para garantizar que llegaría a cubrir la distancia.

Fueron cuatro meses intensos, muy bonitos debo reconocer, intuyendo que el trabajo se estaba haciendo bien, que el cuerpo se empezaba a aclimatar a la carga de kilómetros, a las horas de carrera. También la cabeza, ya que el aspecto mental es tan importante como el físico en distancias largas. Y llegó el día...

Desde días atrás ya sabíamos que la lluvia aparecería en algún momento de la carrera. Ninguno de los entrenos de los cuatro meses anteriores los había realizado bajo la lluvia y eso te hace dudar, no saber cómo responderá tu cuerpo en esas condiciones. La verdad es que amaneció fresquito y lloviendo, pero en el momento de la salida la lluvia se detuvo y nos quedamos con el clima ideal para correr.





Tirso, Vicente, Sergio, Roberto y yo nos habíamos marcado el objetivo de correr en Madrid los 42k y Guillermo en los 21k y hacerlo juntos al menos en la salida y por eso fijamos una hora y un punto de encuentro. Fue del todo imposible encontrarnos y la salida la hicimos en dos grupos, el cántabro por su lado y Guillermo, Roberto y yo por el nuestro.

31.000 personas en el Paseo del Prado esperando que dieran las 9 de la mañana para correr hacia el norte de Madrid. Comenzamos... Correr junto a tanta gente es dificil de explicar, ya que por un lado es molesto pero por otro es magnífico. Es una gran marea de piernas y brazos en movimiento que, no sin esfuerzo, te van empujando sin casi darte cuenta. Los primeros kilómetros fueron muy comedidos en cuando al ritmo; por un lado la reserva en cuanto a la distancia y por otro la aglomeración de corredores impide lanzarse. Antes de llegar a las cuatro torres, en el primero avituallamiento, Roberto y yo perdimos de vista a Guillermo. Fue una lástima porque hasta ese momento los tres lo estábamos pasando bien, y el plan inicial era ir juntos hasta que la carrera se bifurcara en los dos recorridos. Luego Guillermo nos contó que nos buscó durante unos minutos pero que al final desistió y se puso en modo "professional runner" dándolo todo.

Nosotros dos seguimos a lo nuestro, controlando los esfuerzos a cada zancada, sabiendo que quedaba aún un mundo por correr. Bajamos el tramo de Castellana hasta plaza de Castilla y desde ahí todo descenso por Bravo Murillo relajó mucho las piernas. Realmente el recorrido es bestial porque recorres Madrid de norte a sur pasando por su parte oeste donde tiene su gran pulmón.

No es mi intención relatar aquí cada kilómetro que recorrimos porque ya hay mil relatos de otros corredores. Quiero tan solo reseñar que a pesar del mal tiempo la gente de Madrid se volcó animando en todas las calles por las que pasaba la carrera. Tengo fresco en la memoria cómo los niños muy pequeñitos en Preciados y Sol ponían sus manos para que nosotros las chocáramos y eso hacíamos muchos sabiendo que algo tan simple a ellos les haría mucha ilusión y quien sabe si incluso alguno soñaría esa noche con correr algún día una maratón.

También que el tramo que corremos por la Casa de Campo es maravilloso. Como además tuvimos un día con lluvia a partir de la segunda hora de carrera, se veía todo el recorrido por el Lago y sus zonas arboladas precioso.

Hacia el kilómetro 33 no separamos Roberto y yo. Él llevaba algún kilómetro arrastrando problemas en un gemelo y yo intenté arrastrasle pero le hacía mas mal que bien, y curiosamente él a mí también puesto que los ritmos deben ser los que las piernas te marquen en cada momento. Lo hablamos, lo decidimos y nos deseamos lo mejor hasta la llegada.

Comencé mi recorrido en solitario estirando algo más la zancada. Quedaba lo más duro, todo en subida hasta la plaza del Marqués de Salamanca. Fue bonito y fue muy duro, en especial el tramo entre Colón y el Marqués de Salamanca, pero aguanté, supe sufrir. Y llegó el momento de entrar en el Retiro, de saber que ya estaba hecho, que tan solo faltaba pasar bajo el arco de llegada. Fue una emoción que pocas veces he saboreado y que quiero disfrutar alguna vez más en mi vida.

Los tiempos de llegada son lo de menos, al menos en mi caso en esta ocasión. Pero sí quiero ser justo con quien se lo merece más que otros. Sergio que vino desde Cantabria, que ha hecho una preparación para este día increible terminó la (su primera) maratón en 3 horas 15 minutos, bajando en 15 minutos su mejor estimación de tiempos. Bravo por él... El líder, Vicente, cumplió de sobra aunque tiene que corroborar lo que todos sabemos, que puede estar en las 3 horas (Vicente, tienes una deuda con Madrid). Roberto creo que tiene también otra deuda pero esta es consigo mismo porque él sabe que puede hacer mejores tiempos. Y finalmente Tirso, ya con su tercer maratón (es el experto del grupo) siempre los acaba y ese detalle, que a mucha gente se les pasa por algo, es el más importante de todos. Porque acabar es el objetivo prioritario...y si luego es posible mejorar las marcas pues bienvenidas sean. A Guillermo le esperamos en la próxima prueba reina para comprobar si las piernas le aguantan para una 42k.




Los objetivos van saliendo poco a poco y no sabremos hasta dónde llegaremos pero lo importante es saber que podemos realizarlo con esfuerzo.


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