martes, 7 de octubre de 2014

Panes Potes: XXVIII Subida Pedestre al Desfiladero de la Hermida. La clave está en el semáforo... 28 de septiembre.


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Una locura maravillosa... No recuerdo cuándo ni dónde escuché esa expresión que creo encaja a la perfección para esta carrera. Unos se plantean una lucha solo por llegar, otros por bajar sus marcas y solo algunos elegidos optan a la carrera. Todos parten con un objetivo, el suyo propio que no choca con el del resto de participantes. Es una lucha por demostrarse a uno mismo que hay que luchar en la vida para alcanzar metas que parecen a priori inalcanzables. Y solo cuando se pone todo el empeño en conseguirlas es cuando se hacen realizables, terrenales aquellas que parecían de otro mundo.

Un viaje de fin de semana de tres amigos, Tirso, Roberto y yo, desde Madrid. Resulta atractivo el panorama y relajante. Todo a priori es bueno y excitante. Y así lo vivimos desde el minuto uno del viaje con mucho entusiasmo, hablando continuamente de lo que tendríamos que afrontar en la mañana del domingo. En Potes vimos el ambiente de fiesta que había por todas sus calles debido a la carrera que arrastra mucho participante y acompañantes. El sábado pasó relativamente rápido y un objetivo prioritario era dormir las horas adecuadas para el domingo que nos iba a exigir todo.



Domingo, 7:00 horas y los despertadores comenzaban a cantar sus melodías. Lo primero, mirar por la ventana y comprobar que a pesar de estar muy nublado no llovía. Empezaba bien la mañana, porque la noche anterior pensábamos que la lluvia estaba asegurada a esa misma hora. Elegir la ropa fue nuestra mayor duda, y ante las dudas lo mejor es llevar algo más de ropa y si sobra dejarla en la salida ya que teníamos apoyo logístico cántabro... Nos esperaba el desayuno en el bar y tras eso debíamos acceder a unos autobuses que nos llevarían por el recorrido de la carrera en sentido inverso por todo el desfiladero de la Hermida hasta la población de Panes en Asturias. Pude en ese recorrido disfrutar del paisaje tremendo que ofrece el desfiladero y también estudiar el perfil del terreno.




En Panes nos encontramos con dos amigos de Tirso: Vicente y Cristian. Empezamos a estirar y a correr suave para poner nuestros cuerpos en temperatura.
 

El puente de Panes es estupendo de un diseño actual, estilizado que confiere un toque de modernidad entre tanta naturaleza. Todos, cerca de 700 corredores, estábamos en el puente a las 9:30 horas esperando el momento de salir corriendo. Ese ambiente previo a la carrera, después de semanas entrenando con el pensamiento puesto en ese día, transmite unas sensaciones maravillosas.



Y llegó el momento de empezar a correr. Cada cual llevaba su propio objetivo y el mío solo y exclusivamente se centraba en alcanzar la meta después de los 28,5 km que separan Panes y Potes, de atravesar el desfiladero de la Hermida y de terminar los últimos kilómetros en una pendiente muy superior a todo lo que obliga el desfiladero, que es bastante. Porque para quien no lo sepa, esta carrera no es solo ya una carrera larga, sino es también y sobre todo una carrera de exigencias máximas, donde el perfil no da un solo respiro, donde la cabeza juega tanto como las piernas en esta prueba.

Busqué con la mirada a Tirso y acoplamos nuestros ritmos para avanzar juntos y con prudencia. Esa es la palabra que yo tenía en mi cabeza para intentar alcanzar el final del desfiladero con algunas garantías de poder concluir la prueba. El tiempo nos respetó, salimos con ropa íntegra de verano y aunque amenazó algo de lluvia en dos momentos muy puntuales, disfrutamos del clima ideal, sin calor y con cierta humedad que ayudó en la prueba.





De la prueba recuerdo básicamente que Tirso y yo nos acoplamos a un grupo de unos diez y que pudimos ir juntos hasta aproximadamente el kilómetro 8 donde Tirso tuvo que bajar el ritmo por un pequeño dolor. El grupo al final se rompió y fuimos en unidades o en parejas según avanzaba en el recorrido. El recorrido por el desfiladero es realmente impresionante a nivel paisajístico, pero poco pude disfrutar de él porque bastante tenía con mantener el ritmo, respiración y que nada me doliera en el cuerpo. Aproveché todos los puntos de bebida que ofrecía la organización y al final casi echo en falta algo de sólido. Las fuerzas me quisieron abandonar en los últimos kilómetros pero no fue nada preocupante.

Terminado el desfiladero quedaba lo más exigente de la prueba. Una subida muy bien marcada hasta Potes. Varios kilómetros ya de subida insistente, con largas rectas que mejor no mirar. Ese fue mi via crucis particular, donde peor lo pasé, donde más sufrí y donde los que se han preparado a conciencia son capaces de superar porque allí no faltaban ya las fuerzas, ni las ganas. Allí ya faltaba absolutamente de todo y hasta uno mismo se cuestionaba el motivo de estar allí sufriendo. Pero señores y señoras, es ese precisamente el motivo de ir a este tipo de pruebas, de superar barreras, de decir basta ya de poner límites. Los límites y las dudas están para superarlos y erradicarlas.




Conseguí hacer meta con un tiempo real de 2h27'52" Al detenerme fue cuando fui consciente de haber hecho algo que meses atrás me parecía imposible para mí. Recogí la bolsa con los obsequios que entrega la organización y fui directamente a comer fruta e hidratarme. Allí estuve diez minutos sin parar de comer y beber. Entre tanto llegaron Roberto y Tirso. Ambos con sensaciones contrarias, ya que Roberto fue muy bien la primera parte de la prueba y al final se vino abajo por problemas musculares, y Tirso se recuperó de su dolor del inicio de la prueba y acabó fuerte, mucho mejor de lo hecho en la edición del año pasado. Esperamos nuestro turno para el masaje que la organización también ofrece entre sus servicios para los participantes, que por cierto a mí me recuperó casi para hacer otra Panes Potes ;-)



El resultado del fin de semana, de la prueba, del viaje y de la compañía es un diez tremendo. La experiencia para mí muy gratificante en todos los aspectos. El recuerdo cada vez se va dulcificando, lo que al principio era un vacío tremendo de enegía y dolor en todo el cuerpo, ahora se ha transformado en ilusión por ver más allá, de ser consciente de haber superado una prueba, de haber subido un escalón en mi propia escala. Siguiente estación, por favor...

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