martes, 29 de enero de 2013

Travesía blanca: test lapón. 26 de enero.


Ruta en bici 1963655 - powered by Wandermap 

Cita ya tradicional con la sierra madrileña en fechas invernales, buscando nieve, frío, castigo físico, soledad... Tremenda paliza. Test de nivel para el próximo viaje de mis compañeros a Laponia. Para ello había que testear las pulkas gestadas y manufacturadas "made in Tirso". Una maravilla de la técnica y de la precisión del experto "Tirsodsen", que lleva acumulados muchos kilómetros de alta montaña, y rutas de riesgo en lugares inhóspitos.

En esta segunda edición grupal de la subida a la Cebollera, nos unimos (unirse significa mucho más que juntarse en situaciones adversas) dos locos de la montaña, Tirso y Santiago, y el que escribe. Las 7h30 de la mañana del sábado en el Puerto de Somosierra. Allí estábamos todos, sin flojear, sin dejar pasar un minuto para comenzar la travesía. Había que preparar las pulkas, acondicionarlas, terminar de montarlas con las ruedas, las varillas y las fijaciones. También los esquíes con las pieles de foca para evitar un deslizamiento peligroso. Todos estos asuntos previos nos retrasaron hasta la 9h, cuando finalmente partimos camino a la Cebollera.






Con una temperatura de 5º en el puerto, resultaba hasta molesto tanto equipamiento, ya que arrastrar las pulkas, aunque con poco peso, suponía un esfuerzo que implicaba un exceso de calor corporal. Dos pulkas y tres "mulos de arrastre". Santiago tiró de la suya en todo el recorrido, y la restante la arrastré yo durante los primeros 3 kilómetros, pasando el testigo de forma definitiva a Tirso para que fuera entrenando (que son ellos lo que viajarán a Laponia, que yo me quedo en Tierra Santa). La experiencia, debo reconocer, fue bonita pero muy dura. Conseguí llevarla hasta más allá del primer bosque, es decir, unos 3 km, y allí cambiamos los puestos. Ellos con sus esquíes y yo con las raquetas de nieve.

 





Había nieve en todo el recorrido, partes con 20-30 cm y otras por las que tuvimos que transitar que nos llegó a la cintura. El cielo a primera hora estaba cerrado pero tendía a abrirse tranquilamente, y el viento fue de más a menos a lo largo de la jornada. Así es que aprovechamos de forma increíble "la ventana" que la jornada nos ofreció.

Llegamos hasta la base de la Cebollera que realizamos el año pasado. Decidimos que con pulkas y esquíes era más razonable continuar por la pista hasta su fin y una vez allí determinar si subir o volver. Lo hicimos según los planes, entre pinares solitarios. Llegamos a la base de la montaña un km más hacia delante y allí se comenzó la subida.







Pido a todos los que lean este post un "hurra" por los valientes (¿incoscientes?) que tiraban de las pulkas. Vamos, si tirar en llano era ya sufrido...subir una rampa de 1,5 km con un desnivel de aupa, supone ser muy loco o muy valiente. Calzados de esquíes, Tirso y Santiago, subieron hasta la cima, sufriendo los agujeros en la nieve, el viento que comenzaba a entrar, el hielo que nos encontramos al ascender... nada pudo con ellos, y yo, justo detrás, captando todo con la cámara de fotos y sufriendo también mucho con las raquetas de nieve. El desnivel desestabilizaba las raquetas y todo el peso iba directo a los tobillos, que durante el tiempo de subida y bajada, tuve la sensación que perdería.

4h30' después de nuestra salida hicimos techo, cima "pulkeada" y como hiciera la edición anterior, "Tirsodsen" nos obsequió con un té ardiendo que fue mejor que el mejor café del mundo, os lo aseguro. Queda aquí constancia de que es la primera vez que se "pulkea" esta cima por dos montañeros "tarados".



Desde la cima las vistas son maravillosas, privilegiadas. Al norte la meseta, todo el norte de Castilla a nuestros pies, divisando al fondo la cordillera Cantábrica, con los picos nevados. Al este, la continuación de la sierra madrileña en la sierra alcarreña, la de Ayllón. Al sur, la capital con algunos de los edificios más emblemáticos al alcance de nuestros ojos. Y al oeste, el resto de sierra madrileña, con el embalse del Lozoya a tiro de piedra.

Varios grupos de excursionistas también aprovecharon el día, algunos con raquetas, otros acompañados de sus fieles perros y otros algo temerarios, que subieron con poco abrigo y zapatillas de deporte.

Volvimos sobre nuestros pasos para regresar a la civilización. Fue más suave que la ascensión, pero el cansancio que acumulaban ya nuestros cuerpos hizo que empezáramos a odiar la idea de estar en la nieve y a cerca de 9 km de nuestros coches. Hicimos parada en una fuente que hay en la base de la montaña para comer los bocadillos que habíamos preparado a eso de las 5h45' de la mañana, todo un ejercicio de locura.


A las 19h00 llegamos a los coches, rendidos, agotados... En cualquier caso, fue un día muy duro pero tremendamente inspirador por los paisajes, el compañerismo que se vive en esas situaciones y porque ir a la montaña es siempre una maravilla que no debemos dejar de realizar.

2 comentarios:

  1. La Cebollera Vieja ha sido "pulkeada", ya nunca volverá a ser la misma, una menos.

    Firmado: "El pulkeador anónimo"

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  2. Yo Pulkeo, tú Pulkeas, él Pulkea....

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