lunes, 30 de enero de 2012

Crónica del 29 de enero


Ruta en bici 1112909 - powered by Bikemap 
¡Madito viento!¡Maldito viento!¡Maldito viento! Fue lo más repetido en mi cabeza en las cuatro horas de ruta del domingo. Que ya sabíamos de la dureza del recorrido por haberla disfrutado en otras ocasiones; que también sabíamos del frío que se presentaba porque llevaban toda la semana metiendo miedo en el parte metereológico; que el día anterior tanto Yoni como yo hicimos carrera continua y teníamos las piernas algo cansadas. Pero de lo que nadie nos habló fue del viento, ¡el maldito viento! que durante cuatro largas horas nos castigó, zarandeó y dejó agotados.

Fijamos como hora de partida las 9h30 para mitigar el frío intenso que se anunciaba. Yoni, fiel a la norma, aprovechó al máximo los 10 minutos de cortesía. Yo ya estaba con todo el equipo preparado, y fue recibirle y salir enrutados hacia nuestro primer destino, Azuqueca. En este tramo ya me percaté que hacía viento racheado, fuerte en algunos momentos, y siempre muy frio, casi helador. Yoni ya lo había probado en su tramo de llegada a casa y me avisó de que nos tocaría sufrir en el día. El tramo de tierra lo hicimos a buen ritmo y pronto estábamos situados en las calles de Azuqueca para buscar la carretera que lleva a Chiloeches.

A partir de este punto fue donde realmente comenzamos a sufrir el frio y el viento más intenso. La carretera lleva a cruzar el río Henares y nada más pasarlo comienza una cuesta en recta de 1 km aproximado con una pendiente bastante pronunciada que se hace larga, por ser la primera exigencia y porque visualmente parece que nunca termina. A esta altura nos pasaron dos entusiastas del motocross que se desviaron de la carretera buscando un senderín y comenzaron a subir por pendientes increíbles, haciendo saltar por los aires a sus "jacas". Continuamos nuestro camino hacia Chiloeches por el falso llano que siempre pica hacia arriba. Ya en la entrada del pueblo es donde se hace evidente que el llano ha desaparecido porque visualizas la inclinación y el final del puerto que se avecina, allá arriba en las antenas. Justo a la entrada del pueblo tuvimos el momento Ferrari. Cuando circulas por carretera llevas todos los sentidos operativos, para evitar problemas con el dueño del asfalto, el auto. Así, el oído es fundamental, y ya sabes distinguir si se acerca un turismo, un camión, una motocicleta o un autobús (aún no sabemos identificar los cargados con niños de los cargados con grupos del inserso). Para lo que no estamos preparados es para escuchar el zumbido de un Ferrari. Nos pasó lentamente un bólido rojo, ultra plano y ultra ancho. ¡Una maravilla y qué envidia!

Pasado este momento dulce, afrontamos uno duro, el de dejar atrás Chiloeches y alcanzar las antenas. Puerto de unos 3 km de longitud, con un primer tramo bastante exigente y un segundo que afloja un poco en su inclinación pero que aun así es una ascensión de importancia. Aquí el viento nos azotó con saña ya que quedamos desguarnecidos. Coronado el puerto, comenzamos en la parte alta el tramo de recta de unos 6 km que esta vez disfrutamos ya que el viento nos daba de espaldas. Hicimos parada y fonda en El Pozo de Guadalajara, aunque la hicimos como un pit-stop, veloz. El frío no nos dejaba estar quietos. Además, hasta este momento el sol nos acompañó y apaciguaba un tanto el frío, pero desde ese instante el cielo comenzó a nublarse, a impedir que el sol hiciera su función.

Tomamos rumbo hacia el siguiente pueblo, Aranzueque. Carretera muy poco transitada, con un primer tramo en llano buscando una bajada de unos 5 km. Para entender lo sensibilizados que estábamos con el frío, notar que me fijé en la señal de tráfico que indica peligro por hielo. En el coche apenas haces intención de mirarla, pero en bici y en las condiciones que rodábamos todo era importante. Al bajar el puerto, efectivamente eres consciente de que la zona es sombría y que el asfalto está siempre húmedo. Nosotros, a la que bajamos, nos sentimos igual que si estuviéramos desnudos en una cámara frigorífica y con un ventilador industrial a máxima potencia. Prometo que tuve que parar en varias ocasiones a recojer la nariz que se cayó en trocitos... Pasado esos minutos de frío congelador, alcanzamos la parte baja y llegamos a Aranzueque. Sin parar tomamos la carretera que nos llevaría hasta las postrimerías de Loranca.

La recta que une los dos pueblos es una nacional sin tráfico, muy bien asfaltada y en esta ocasión tuvimos la fortuna de tener el aire a favor. Yo decidí ponerme en modo persecución y aprovechar todo el desarrollo al máximo, alcanzando los 40 km/h sostenidos durante varios minutos. Yoni, que es más filosófico, rodó a otro ritmo sabiendo que quedaba tela marinera. Alcanzamos así la base del puerto de Loranca a Pioz. 3 km duros y preciosos. Por una carretera justa de anchura y con contínuas eses que ayudan a ir ganando altura, permiten ver el valle del Tajuña y ser consciente de lo que se sube. Hay ocasiones que en las subidas vas tan tapado de vegetación o montañas que no ves lo que estás subiendo; no es este el caso. Yoni comenzó potente y me sacó cerca de 100 metros, y yo fuí carburando poco a poco y a mitad de subida conseguí ponerme a su rueda. Luego ya dosifiqué y subimos los dos a tren. De pulsaciones todo el recorrido fuí bien, sin excederme demasiado. Alcancé en varias ocasiones las 160 pulsaciones, aunque sé que puedo exigirme más. En cualquier caso, el agotamiento ha sido mucho por el recorrido, por el viento y porque el día anterior salí a hacer una sesión de carrera haciendo 10 km. Así las piernas las tenía algo cansadas para el ciclismo y fue una jornada dura.

Alcanzamos la parte alta del puerto y como pudimos nos arrastramos contra el viento hasta Pioz. Propuse a Yoni parar ya en Santorcaz, cambiando la rutina de paradas en esta ruta que siempre se fija en Pioz. Tomamos el camino de tierra que une Pioz y Santorcaz, por lo que Joaquín denomina la estepa cerealista. En esta ocasión la estepa era un páramo frío y desierto. Desde aquí, mando todos los ánimos de recuperación a Joaquín en su rehabilitación. Pronto estaremos juntos haciendo camino con nuestras bicicletas. Casi al final de este tramo decidimos parar para recargar baterías. La realidad fue que en la parada el frío viento nos zarandeó como quiso y yo mientras devoraba el alimento debía estar andando de un lado a otro para no quedarme congelado. ¡Menuda experiencia!





A Santorcaz llegamos en un momento y después de atravesar el pueblo y rellenar los bidones de agua de su fuente de la plaza mayor, encaramos la carretera hacia Los Santos de la Humosa. El cansancio era ya grande. Comenzamos en bloque los dos subiendo el puertecito de algo más de 1 km con varias eses. Casi a final del tramo Yoni flojeó un poquito y yo continué mi camino para encontrarme al final con un golpe de viento de escándalo. Habíamos subido a refugio de la loma y al terminarse el viento nos encontraba expuestos, como unos muñecos de trapo. ¡Qué sufrimiento! Seguimos pedaleando como en el desierto, con mucha paciencia y poco premio. Cuando llegamos a Los Santos nos reagrupamos y hablamos de ese final de cuesta, y los dos coincidimos que había sido durísimo por el viento en contra.

Atravesamos Los Santos para buscar el camino de tierra que bordea las lomas. Nos tiramos con ganas, ya hartos de luchar contra las cuestas y contra viento. Disfrutamos durante la bajada. Casi abado del todo, donde hay que subir un repecho, hay un cercado donde habitualmente se encuentran dos o tres caballos pastando. El domingo nos encontramos con más de diez, preciosos, podencos con las melenas al viento. Solo el frío y el cansancio me impidió echar pie a tierra y enmarcarlos en unas fotos. A ver si en otra ocasión hay más ganas y suerte para encontralos.

Terminamos la bajada con un tramo final cortadísimo, muy peligroso, donde tuve que clavar frenos para no meterme por donde no debía. Desde ahí tomamos el camino de asfalto que va por detrás de los polígonos y junto al río Henares para alcanzar el CC La Dehesa y atravesando el campus de la UAH llegar a la zona alta de Espartales Norte donde nos despedimos Yoni y yo.

Mi camino continuó por el tramo que pasa por el Santo Tomás para llegar a casa. Justo en este intervalo fuí testigo de una caza de liebre con galgos. A apenas unos metros míos pasó fulgurante una liebre perseguida a poco más de dos metros por dos estilizados galgos que eran incapaces de hacerse con la presa. A caballo y en 4x4, disfrutaban del espectáculo los aficionados. Yo bastante tuve con terminar mi tortura y concluir vivo.

Día durísimo por el cansancio acumulado del día anterior, del frío polar que nos apretó y del viento que nos zarandeó como muñecos en varias ocasiones. En cualquier caso, un día maravilloso de disfrute.

Datos de la ruta:

Recorrido: Meco - Azuqueca - Chiloeches - Pozo de Guadalajara - Aranzueque - Loranca de Tajuña - Pioz - Santorcaz - Los Santos de la Humosa - Alcalá - Meco.
Distancia: 82,02 km.
Tiempo efectivo: 3h058'
Tiempo total: 9:40 - 14:05
Promedio: 20,63 km/hora.
Desnivel: 710 metros.
Terreno: pista-asfalto (25-75) %.

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