lunes, 20 de junio de 2011

Ruta del 18 de junio



Jornada casi veraniega con cielos limpios, sol constante y por extensión, bastante calor en la segunda parte del recorrido, lo que obligó a hidratarse adecuadamente.

Había ganas de quedar por nuestras tierras con Joaquín, así es que el viernes en un chat improvisado y con buenas intenciones, marcamos el plan de ruta a seguir y el horario, las 8.30 como hora de partida desde Alcalá. Yo comencé la jornada algo antes, a las 8.10 para llevarme por los caminos hasta el lugar fijado, y a la hora pactada comenzamos a disfrutar de nuestra mañana. Joaquín me confesó que la primera parte del recorrido era nuevo para él, que a pesar de los muchos años que lleva en Alcalá y de los recorridos hechos, esta parte sería la primera vez en rodarla. No le defraudó; fue dura, exigente y bonita.

Salimos haciendo un circuito urbano para llegarnos hasta el puente del Zulema y girando a nuestra derecha empezar a subir el monte del mismo nombre. Asfalto algo parcheado y poco transitado por los vecinos de las urbanizaciones del monte, con poco recorrido (apenas 1,7 kms), pero con dos curvas tiradas al estilo antiguo con pendientes altas. En apenas unos minutos estamos viendo ya desde lo alto toda la ciudad y al poco coronamos.

Desde el alto nos dirigimos a bordear San Juan del Viso, esa montaña verde que recibe a todos los que a Alcalá llegan desde Madrid. Ya estamos en pista, a tramos muy removida por las lluvias de hace unas semana, y en otros puntos mucho más segura. Atravesamos el rancho Secret Valley donde disfrutamos viendo unos caballos preciosos, el caramelo perfecto antes de sudar y exigir a nuestro cuerpo en la subida más bonita y más dura que tenemos en nuestro entorno más cercano. Apenas llega a los dos kilómetros, pero es un tramo de subida constante, exigente, sin apenas descansos, cubierto de pinos que dan serenidad y mucha calma. La subida la hacemos a ritmo, sin más intención que lograr coronar. Reconozco que los dos meses de parada me han pasado factura, necesito rodaje intensivo para recuperar un poquito las sensaciones. A Joaquín le ví como una moto, muy fresco en las subidas y en las recuperaciones después del esfuerzo. Está claro que el Infierno Cántabro le ha dado un puntito muy bueno. Ya arriba disfrutamos del paisaje, documentamos gráficamente el momento y el lugar, y nos lanzamos por la otra vertiente en tumba abierta hacia nuestro siguiente punto importante: las antenas de Los Hueros.






Cruzamos las urbanizaciones de Los Hueros hasta llegar al pueblo, y ahí encaramos la subida a las antenas. Un tramo asfaltado, corto también de no más de dos kilómetros, exigente. Desde el alto nos dejamos llevar ya por pista hasta la carretera que lleva desde Villalbilla hasta Valverde. Enlazamos hacia Villalbilla, pisando a fondo para disfrutar de la bajada bien asfaltada de la carretera y libre de vehículos. ¡Qué bonita se ve la vida desde la bicicleta, bajando a tumba abierta! Buenas sensaciones.

En Villalbilla, Joaquín propone hacer la subida hasta las antenas de Anchuelo, y así lo hacemos. Ya voy con la reserva al mínimo, no sé si seré un lastre, dudo de mis fuerzas en ese momento. La subidita ya se las trae, que aún no siendo las más importante del día, llevamos unos tramos exigentes en las piernas que castigan y hacen de esta subida un momento complicado. Además, ya el calor aprieta de lo lindo y todas estas variables consiguen que el esfuerzo sea grande hasta llegar al objetivo. Esta subida es una pista, algo removida en algún punto, pero bien tirada. Creo que rondará el kilómetro de largo como máximo. Una vez arriba giramos a derechas para subir ya un repecho, la gota que colma el vaso, eso sí, y desde ahí a las antenas un paseo militar.

En las antenas de Anchuelo, recargamos pilas con un par de barritas energéticas, buenas dosis de agua e isotónica, y a tirarse por la bajada hacia el pueblo. La bajada estaba muy removida y peligrosa. Joaquín delante marcando el ritmo, muy conservador, y yo detrás siguiendo la pista del gastador, pero incluso a ese ritmo, la parte trasera me hace un extraño, un zig zag a ambos lados que controlo con la rueda delantera instintivamente. Como dice mi buen amigo Ángel, donde pasa la rueda delantera pasa todo, y siguiendo ese consejo, salvé el punto caliente del día.

Ya en Anchuelo decidimos que lo mejor es atajar hacia el parque natural y volver a casa, que van a salir un saco y medio de kilómetros. El tramo de conexión entre ambos puntos está bastante bien, sin charcos, ni barro, ni piedras... pero sí un todoterreno, que su propietario aparta amablemente. Al llegar a la barrera, me advierte Joaquín que cuidadito con la bajada que la pista está muy removida. Así es que bajando con más precaución que un canijo con triciclo, llegamos hasta la carretera. Haciendo el circuito urbano a la inversa llegamos a caja de Joaquín, donde reponemos líquidos. Nos despedimos y yo enlazo con mi casa en apenas 30 minutos llegando a las 13.00 horas, una hora más tarde de lo planificado.

Ha sido una jornada redonda, buena compañía, buena ruta, buen clima y buenas tertulias. Hablamos mucho de los 10000 del Soplao. ¡Qué experiencia! Será la madre de todas carreras, si es que no lo es ya.

Los datos de la jornada son:

Distancia: 73,06 kilómetros.

Tiempo efectivo: 3:57:00 horas.

Tiempo total: 4:50:00 horas (8.10-13.00).

Promedio: 18,49 km/h.

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